sábado, 28 de septiembre de 2013

La vida sin vida

Royal Grey Suite, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro


 Texto publicado en el número 78: La llum de l'evolució. Aplicacions biotecnològiques de la teoria evolutiva de la revista Mètode. Revista de Difusió de la Investigació, UV, Verano 2013.


Apelar al lamento de Morin: la vida sin vida.

« L’inclusion du vivant dans l’humain et de l’humain dans le vivant nous permet de concevoir la notion de vie dans sa plénitude »
Edgar Morin, La méthode. La vie de la vie.

El permanente lamento de pensadores, investigadores, activistas y artistas se convierte en letanía de duelo por la pérdida de la vida. La vida se ha desvanecido de las agendas en las prácticas y políticas de investigación científica. Los estudios se cubren de “excelencias”, sofisticación tecnológica y depurada profilaxis de lo humano, olvidando por completo que el objeto y sujeto de estudio es él mismo. El abuso del empleo del microscopio parece conllevar una cierta miopía, mientras que la del estereoscopio una latente hipermetropía. Sin llegar a la ceguera, ambas pueden elucidar el mal de la ciencia, la destrucción total de la visión periférica en los asuntos de las intercomunicaciones de las ciencias. La visión microscópica invita a la convivencia con un mundo de objetos helicoidales, mientras que la telescópica atrae una nebulosa de energía luminosa. Entre objetos de belleza infinita la ciencia pierde lo decisivo: la vida.
Los pensadores que lamentan la pérdida de la vida anhelan que en su queja también se halle un catalizador de dimensiones múltiples que abra la investigación a lo vivo. Y por lo tanto, se trate de rozar una ciencia que esté en continuo progreso y cambio hacia lo humano. Esta pérdida irreparable de lo vivo como objeto de estudio y centro de acción es la máxima preocupación en el trabajo de Tania Blanco. Así, l’enjeux en su obra es el retorno de la vida a través de una ciencia integrada en lo humano, en lo cultural, en lo vivo. Una ciencia ecológica o mejor dicho una eco-ciencia. O sea, un sistema ecológico que conforme el terreno de lo vivo, el ecúmene humano, es decir, el "mundo potencialmente habitable” entre lo micro y lo macro, entre lo cultural y lo natural, entre lo animal, vegetal, mineral y humano, entre la ciencia y la crítica. Por consiguiente, la eco-ciencia que nos inspira Blanco aporta la visión de una toma de conciencia renovada. Una ciencia con conciencia -vuelve a resonar los ecos de la voz de Edgar Morin.

La ciencia consciente que reclama Tania Blanco pretende inclinarse hacia un autosostenimiento y autoconocimiento de lo vivo. En sus pinturas se recobra el grito de alarma y el aliento de renovación. Lo vivo hoy día, como explora su trabajo, parece sujeto al ámbito de los estudios biomédicos. Y es así como la vida se nos presenta en una constante amenaza, pero también como una permanente promesa de salvación sita en un laboratorio. Nos rendimos a la narración de la ciencia. Las narrativas épicas ya no poseen como protagonistas a héroes griegos  que luchan contra seres monstruosos, sino que ahora las batallas se lidian entre agentes microbiológicos cuya afrenta siempre conlleva un destino fatal para el ser humano. La ciencia se convierte en la experticia práctica de esta amenaza y de esta promesa. No obstante, las esperanzas y temores yacientes en la tecnología biomédica no parece alejarnos de una inquietud por nuestro futuro.

Pearl Nurse, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro

La tecnociencia engendrada en las necesidades del hombre y del mercado parece acercarse al cambio y, sin embargo, es un ardid que hace más fuerte el agotamiento de lo vivo. La crítica al abandono de una práctica humanizadora es uno de los puntales de las obras de nuestra artista. De hecho, las figuras humanas que aparecen en la obra de Tania Blanco devienen lugar y herramienta para la figuración de la tecnociencia, los estudios de laboratorios genetistas, la mercantilización de las empresas farmacéuticas, la propiedad de los terrenos tanto telúricos como corporales, así como los miedos e ilusiones individuales y colectivos. Las preocupaciones de Blanco coinciden con las de Donna Haraway o Judy Wajcman, o la obra de Lynn Randolph sobre el Oncoratón®, primer animal patentado por la Universidad de Harvard para estudiar el cáncer de mama. De ahí que “[c]ualquier ser interesante dentro de la tecnociencia –como un libro de texto, una molécula, una ecuación, un ratón, una pipeta, una bomba, un hongo, una persona técnica, agitadora o científica- puede, y a veces debería, ser abiertamente desmenuzado para mostrar los pegajosos hilos económicos, técnicos, políticos, orgánicos, históricos, míticos y textuales con que crean sus tejidos”[1]. Y así lo demuestran sus pinturas en lo que podría ser un grupo de analistas clonados, una técnico de laboratorio, unas células epiteliales ficticias o la mujer que es inoculada por un colibrí producto de la tecnociencia. Con una mente crítica, un espíritu eco y una ciencia en acción, Tania Blanco disecciona el complejo entramado de la ciencia en sus estudios, sus prácticas y sus soluciones advirtiéndonos del desarrollo pernicioso si abandonamos la vida de la vida.


[1] Haraway, Donna J. Testigo-Modesto@.Segundo-Milenio. HombreHembra _Conoce_Oncoraton. Feminismo y tecnociencia. Barcelona, UOC, 2004, p. 88



Cell Maid, 2010,Acrílico sobre tela, 65cm de diámetro



martes, 17 de septiembre de 2013

Inquietud ensimismada


Texto realizado con motivo de RoomArt-2012. Alrededor del papel. Muestra a cargo del Institut de Creativitat i Innovacions Educatives, el Centro de Documentación de Arte Valenciano Contemporáneo y la UPV. Valencia, 16 de diciembre del 2011.
S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008

Jesús Rivera. Inquietud ensimismada.
Johanna Caplliure
La riqueza del lenguaje es solo comparable con la riqueza del mundo. Aunque en ocasiones el lenguaje enmudezca y el mundo quede despojado de todas sus maravillas. ¿Qué sucede cuando la belleza va acompañada del silencio? ¿Y si el vacío es un montaje artificial? Misterio.
Observamos que la bruma no deja ver bien la totalidad de las montañas y el bosque. ¿De dónde procede la luz de la habitación? Enigma.
Las incógnitas que suscita la obra de Jesús Rivera en torno a la belleza de la naturaleza, el abandono del espacio, el artificio de la creación, el engaño, no deben entenderse como un diálogo interno surréel. Aunque a priori, estas aparezcan ante nosotros como tal. Sino, más bien, como el reflejo de una inquietud ensimismada.
Adentrarse en la obra de Rivera parece un ejercicio complejo por el tipo de  cuestiones que nos propone. Por ello, intentaremos aproximarnos a estas a través del juego de dos conceptos como son los pasajes y los paisajes, pertenecientes a El libro de los pasajes de Walter Benjamin. Los paisajes y los pasajes son dos formas fragmentadas de generar un recorrido. Recorrido que nos propone la obra de Jesús Rivera.

Pasajes.
En primer lugar, emplearíamos el pasaje en la obra de Rivera por su carácter fragmentario. Es decir, como la selección de una pequeña parte de un texto. Sus fotografías representan la unión entre distintos pasajes de imágenes. En segundo lugar, el pasaje es entendido como un lugar de paso entre un espacio y otro: una fórmula constructiva de conexión y acceso.
Fragmento y construcción son los principios de sus trabajos. Los fragmentos son retazos de imágenes de paisajes y de espacios indeterminados que, puestos en relación en un proceso de construcción, generan un nuevo espacio. Podríamos hablar de la construcción dentro de la construcción o, también, de una especie de “mise en abyse deconstructiva”. Puesto que los fragmentos de imagen, pasajes, son colocados intencionalmente en una relación que hace realidad el sueño de compatibilidad de los contrarios (natural-artificial, plenitud-vacío, Naturaleza-Civilización, luz-sombra), así como la convivencia de los dobles. La "mise en abyse deconstructiva" supone un macrorelato- la fotografía, a saber: la obra- en el que se inscriben los pasajes -las fotografías que conforman la fotografía.

Los fragmentos escogidos por Jesús Rivera tienden principalmente a la oposición. Por un lado, la de la naturaleza representada en su mayor grandeza y expresión: lo sublime –escribiría Joseph Addison, esteta inglés del siglo XVIII, en Los placeres de la imaginación. Por otro lado y en contraste, la de la radical artificialidad de la construcción humana: una imagen creada a partir de fragmentos de imágenes de edificios ruinosos de la civilización contemporánea. Nos encontramos ante la antítesis entre naturaleza y creación humana, siendo esta primera supeditada a la última en un proceso de construcción donde una imagen es desdoblada en una especie de efecto espejo: un engaño perverso de recreación calidoscópica. Si recurrimos a la leyenda alemana del doppelgänger (gemelo maligno), el desdoblamiento del ser nunca puede tener un final feliz.  Sin embargo, aquí el doble gana la partida dejando de ser el otro para convertirse en un tercero. Es decir, el fragmento se desdobla en un otro igual mediante el reflejo especular, pero al unirse al primero configuran un nuevo espacio, un tercer espacio, un no-lugar. Terrible juego de espejos que nos llevan al engaño. De la misma manera que la fotografía, siguiendo los pasos de Joan Foncuberta, miente por naturaleza.


 
S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008


Paisajes.
En la estructura compositiva de las piezas de Jesús Rivera observamos que las fotografías parecen construirse mediante un sistema estratigráfico. Se trata de un espacio irreal, diseñado para su posterior construcción y que, en último término, es  ensamblado en una realidad imposible.

Si nos adentramos en el proceso de construcción, advertimos que el primer pasaje, el natural, se ve asociado a la representación de la naturaleza en su más “agradable horror” -retomando las palabras de Addison. Es decir, la visión de la imagen romántica de una naturaleza poderosa, inasible, incontrolable -como la que mostraron los paisajistas ingleses y alemanes en el s. XIX. Y que al entrar en relación con el segundo, el espacio urbano, hace que la evocación romántica se difumine.
El espacio urbano se caracteriza por una sensibilidad fabril, industrial. Se trata de lugares de paso, de trabajo y experimentación en los que han desaparecido toda presencia humana. Son edificaciones en ruinas. Tema, también, presente en los románticos. No obstante, estas ruinas no dejan huella de un pasado histórico glorioso, sino que estas son de una neutralidad angustiosa. Son fragmentos de algo que fue y que ahora construye algo que no es y que no será. La fantasmagoría de estas piezas concilia los opuestos y nos devuelve a la ficción de la fotografía.

Las fotografías de Jesús Rivera nos arrojan a lo inesperado y lo que no espera. De aquí, que planee sobre nosotros una atracción e inquietud ante este misterio. Sin embargo, la imagen enmudece. El misterio se torna irresoluble. Y volvemos a preguntarnos otra vez: ¿qué sucede cuando la belleza va acompañada del silencio?

 S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008



S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008