Perderse en “desilusiones ópticas”. Un
recorrido dialogado por la exposición de Mathieu Mercier. Por Johanna Caplliure.
Visito la última exposición de la
Galería Luis Adelantado en Valencia donde me espera el artista francés Mathieu
Mercier (París, 1970) para acompañarme y conversar sobre su última muestra y
primera individual en España. El artista francés, galardonado en 2003 con el
premio Marcel Duchamp, ha consolidado su trayectoria en esta última década tras
haber pasado por los centros más prestigiosos de su país (Centre Georges
Pompidou, Palais de Tokyo, Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris) y exponer
su trabajo en un amplio ámbito internacional. Actualmente presenta sus últimos
trabajos en España acercándonos nuevas propuestas que ha creado para la galería
valenciana.
Tras una breve presentación -es la
segunda ocasión que me encuentro con Mercier, ascendemos a la última planta
poniéndome sobre aviso que la exposición se presenta como espacios
independientes a cada sala y sujetos a las variaciones estéticas y conceptuales
de las piezas exhibidas. Solo existe una unión en todo el conjunto expuesto:
una « suite » que forma un eco o trazo reiterativo al suspenderse en
los muros que introducen cada una de las salas una serie de dibujos inspirados
en los objetos de la serie Sublimation y que retoman de forma técnica la
expresión de estos.
Inmediatamente Mercier me sitúa frente
a una serie fotográfica (Glasses, 2012) en la que el protagonista es un vaso de agua dispuesto sobre un
fondo y una superficie diseñada en barras al bies, horizontales y verticales en
color blanco y negro. Evidentemente el efecto visual del agua en el contenedor
de cristal nos prepara para una visión deformada de la realidad que se suma al
juego de las líneas bicolor. Lo que pronto me suscita formularle la primera
cuestión referente al título de la exposición : Desilusiones ópticas y que acierto rápidamente a recordar que es
un título con el que Mercier se siente cómodo, puesto que ya lo ha empleado en
un par de sus últimas muestras en Friburgo (Désillusions d’optique) y en Berlín (Optische Enttäuschung).
Johanna
Caplliure: Señor Mercier, puedo adivinar que “desilusiones ópticas” más que un
título es un concepto que emplea para definir el efecto que producen sus obras.
¿Qué puede decirme al respecto?
Sin título, Glasses, impresión digital, 2012. |
Mathieu
Mercier: En realidad es un título que se origina de una conversación con un
crítico francés sobre lo que le sugiere mi trabajo. Retomar este título es una
forma de dicha, pero también de presentar un mundo imaginario. Dar un nombre a
una exposición o a una obra es ofrecer una información, un contenido que para
mí debe explorar el espectador vía interpretación.
J.C.:
Insisto en que este título más que una forma de nombrar un trabajo o el efecto
de este es más bien un concepto intrínseco a la obra.
M.M.:
Sí, es un método. De hecho, la “desilusión” procede de alguna manera de la
verdad. Puesto que la desilusión se opone a la ilusión, igual que lo irreal se
sitúa en oposición a la realidad. La
“desilusión óptica” es pues un juego que engaña a la percepción o a la
interpretación; las dos palabras tienen algo en común puesto que son formas de
interpretación de lo real que pasan por los ojos. No se trata especialmente de
encantamientos. De hecho, lo que podemos observar en estas fotografías es un
fenómeno simple que todo el mundo conoce: un vaso lleno de agua la cual deforma
como el efecto de una lupa y que se suma a un tejido de líneas. El conjunto de
cuestiones que me interesa remarcar está ligado a la percepción, a la
interpretación, al fondo cognitivo o, en cierta manera, a la psicología o,
también, a la filosofía. Se trata de cuestiones que pueden desarrollarse en un
ámbito totalmente doméstico como, por ejemplo, el vaso de agua en una cocina con
un tejido o trapo de rayas de fondo. ¡Es posible hacer grandes obras en una
cocina! Es la manera en la que nos relacionamos con las cosas las que hacen la
obra y no el uso de ciertos materiales o técnicas. En realidad, todo tipo de
experiencia simple que visualmente crea ritmo, inexactitud, distorsiones, o
rezuman azar son las que más me importan.
En
efecto, las “desilusiones ópticas” son de alguna manera como jugar a un acto de
prestidigitación, pero sin truco. Es
decir, no es una demostración espectacular, sino que es anti-espectacular. Si
bien el tema puede ser entendido de manera compleja, al mismo tiempo el
espectador puede abordarlo de una manera simple.
J.C.
Sí. Es cierto que viendo esta pieza observamos un juego de magia sin los trucos
del mago. Se trataría más bien, si me permite, de una forma de portar el objeto
como usted lo observa poniéndolo ante el espectador en una intención de experiencia
fenomenológica de este.
M.M.
Efectivamente la fenomenología está presente. Según la asociación de ideas
deconstruimos lo que pensamos sobre la obra que más tarde volvemos a construir
mentalmente. De hecho, lo que me interesa es la manera en la que las
reminiscencias, los recuerdos que tenemos de una obra hacen su reaparición
mental sobre quien la ha visto. Lo interesante de las artes plásticas es la
síntesis de ideas que nos producen observándolas un único segundo, aún sin
interesarnos, un solo instante y ya es demasiado tarde: las ideas ya están en
la cabeza. Entonces podemos tener un sentimiento que nos provoca la obra y que
no tenemos ganas de analizar, puesto que los sentimientos son complejos de
explicar y, además, de ellos no hallamos una respuesta inmediata, pero que, sin
embargo, en su percepción la mente no se agota.
En
fin, a la inversa de lo habitual podríamos decir que “uno ve lo que conoce”. Hay
un total de información que no necesita de reflexión y que, no obstante,
suscita emociones. Y esto precisamente es lo que podemos apreciar en las artes
visuales. Antes de todo y en cierta manera, es una forma de mostrar
eventualmente por parte del hombre una intuición, demostrar una duda que en
cada percepción renueva la mirada sobre las cosas. Por ejemplo, en la pintura
que tenemos a la izquierda (Sin título, 2013) podemos observar un cuadro negro
pintado en spray, la misma pintura que se emplea para los tags en la calle, y
que nos ofrece una aparición de luz a través de las sombras. Una escena que
cualquiera ha podido contemplar: la luz que penetra por una ventana creando
sombras en el suelo. La aparición de la luz crea un desplazamiento de lo
figurado. Esta realidad que juega sobre la luz, las sombras, el tiempo, porque
sería como una suerte de reloj solar, es decir, una especie de medición temporal,
son cuestiones de carácter metafísico que todos hemos vivido. Contrariamente,
suponer el sentido de lo que puede evocar profundamente esta experiencia o el
sentimiento que elabora en sí son reflexiones que pocas personas efectúan. Y
sin embargo, el soporte del conjunto de ideas y de cuestiones que se nos
ofrecen están por doquier.
J.C.
De hecho, considero que una parte importante de su trabajo se instala en el
propio objeto mostrado. Un objeto que lleva consigo una vivencia, que podría
entenderse como una fantasmagoría o un recuerdo. Quizá entendido este como una
huella o marca en el cerebro y que tras el paso de diez años se nos devuelve a
la mente como un objeto de conocimiento.
M.M.:
Lo que me parece sorprendente es que no hay forzosamente una relación entre la
conexión de lo que estamos viviendo y el recuerdo. Es decir, no es forzosamente
un lugar, una imagen, una música lo que nos acerca a la exactitud del recuerdo
que nos viene a la mente. Esto es lo interesante. Y en ello vemos, por tanto,
una asociación existente. Vivimos una cosa y recordamos otra. ¿Por qué? Pues en
mi opinión, en este caso hay una cuestión metafísica, filosófica, detrás.
(Delante de Pliegue
(Soufflet/Cocotte))
Pliegue (Souflette/Cocotte), papel plegado, 2012 |
Vista de la exposición en la Galería Luis Adelantado Valencia. |
Continuamos
con una serie de objetos que he improvisado en mi estancia en Valencia. Una
serie de jarrones que configuran un protocolo espacial, una especie de ikebana,
un proyecto poético improvisado.
En la siguiente sala soy yo la que se
detiene un instante sobre los ecos, los dibujos en la pared. Mathieu Mercier me
explica que la inspiración de esas piezas se origina a partir de ciertos
símbolos que la Bauhaus empleaba en sus diseños: la estrella de colores, las
velas e incluso algunos símbolos cabalísticos que se asociarían a un cierto
ejercicio ritual por parte de algunos miembros de la escuela y que en los
trabajos del francés se formulan con sumo sentido espiritual. Los dos sugerimos
bromeando que las velas que emplea en sus piezas, guiño a la anécdota relatada,
nos servirían para rogar por la Modernidad.
En fin, Mercier acusa en esta idea una
necesidad de llevar el objeto, sea de manera religiosa o fetichista a materializar
ciertos aspectos numinosos o misteriosos.
Justo al lado, seguimos con la mirada una
pequeña pieza de carácter matemático. Una tabla negra de dimensiones rectangulares
perfectas sobre la que se deposita una barita blanca. Las formas opuestas, los
colores contrarios formulan un juego espontáneo que nos recuerda a un
cigarrillo sobre un cenicero, un tiza sobre un pizarra negra, un bastón de
mando en orden jerárquico o autoritario, o una barita mágica.
Sin título, corian negro y blanco, 2012. |
Descansamos un instante y nos sentamos sobre
Last Day Bed
(2012), una pieza en mármol que nos
transporta a la famosa pieza de mobiliario de los años 50’ creado por Mies Van
der Rohe. Una cama-sofá que como me explica Mercier hace referencia al diván
del psicoanalista, pero también, por su material pesado, a una tumba. Un canapé que se colocaba en el centro del hogar como
el último lecho en el que dormir, soñar o concebir niños.
Vista de la exposición en la Galería Luis Adelantado Valencia. En el centro, Last Day Bed. |
J.C.:
La serie Pantone (2013) quizá sea la más conocida en nuestro país. En ella
podemos distinguir un scanner doble con el que registra el objeto a escanear y
la propia máquina.
Sin título (Pantone 713-M15), impresión digital, 2013. |
J.C.:
Viendo esta obra en la que se escanea un pantone, en el que se expone parte de
las herramientas ligadas a la creación de imágenes, me planteo las relaciones
que puede tener este tipo de obras asociadas a la profesión del diseñador y me
pregunto cuál es el fin de acercar una realidad seriada como esta al
espectador.
M.M.:
Por un lado, las respuestas a las cuestiones están ahí mismo. Es decir, en el
contexto de trabajo. El contexto en el que trabajo es el lugar donde vivo. Por
ejemplo, cuando viví en los EEUU mi trabajo se transformaba según como iba
viviendo la realidad allí y según los materiales que iba encontrando en ese
mismo lugar. De hecho, podría decirse que en ese momento mi trabajo devenía de
alguna forma americano. Igualmente que en mi estancia en Valencia he
experimentado con ciertos objetos que he conservado en la exposición y que
podría decirse que poseen una influencia española.
J.C.:
En esta misma obra hay un objeto que me interesa especialmente: las flores. Una
idea que me parece pertinente en su trabajo es la manera en que pone en
relación objetos “vivos”: las flores, unos plátanos o un cirio encendido y
objetos “muertos”.
Sin título (Pantone 41M-22M), impresión digital, 2013 |
Ambos asentimos con la cabeza.
J.C.:
Volviendo a la forma seriada de los objetos, observo que su trabajo atrae a
grupos de jóvenes diseñadores, arquitectos, a revistas de moda que hacen de su
nombre un apelativo de estar à la mode.
Y esto me hace preguntarme, si no teme que ese movimiento de la tendencia le
comprometa como un artista moderno, a la moda.
M.M.:
¿En serio? (Muy sorprendido). Veamos.
El problema de la moda es que a menudo llega después. Ella agota el tema, vacía
su sentido declinándolo. Antes hemos visto las experiencias Op-Art simples que
he creado arriba (Glasses, 2012), tras una investigación de un pintor de los
años 50-60, muy explotado a finales de la década de los 60’ en moda y que ha
sido reactualizado hoy día, pero completamente integrado al mismo nivel del
movimiento.
Sin título, acero fundido y esmaltado, 2009. |
En
cuanto a lo que puede evocar mi trabajo, para algunos es complicado, para otros
es bueno, para otros tantos es justo. Uno de los trabajos por los que soy más
reconocido es el neón en forma de lazo que produje hace diez años.
Posteriormente han sido muchos los artistas que han comenzado a introducir el
neón soplado. En aquel momento en el que lo realicé no sabía muy bien porque lo
estaba empleando, estaba investigando principalmente en la forma y no tenía ningún
tipo de voluntad de hacer una pieza neón como ahora que cualquier artista
escribe en neón sobre un muro. Esto es realmente insoportable. Efectivamente la
afirmación publicitaria de una idea es mucho más fuerte cuando hacemos uso de
los medios publicitarios que si desafiamos con una idea poética. Si este empleo
puede afectar a aquellos que se interesan por el arte, que son conscientes de
un fondo de contemporaneidad, y acceden al mensaje en ese proceder es algo que
no alcanzo a saber si funciona.
J.C.:
Señor Mercier, agradezco esta reflexión.
M.M.:
En cierta manera son cuestiones de importancia que nos atañen a todos. Las
obras tienen una intención de perennidad, no caducan como la moda. Colocar
figuras como Jeff Koons, Damien Hirst o Maurizio Cattelan como representantes
de una economía va en detrimento de su obra y son efectos de lo que puede
resumir un periódico a través de la exaltación de ciertas stars. Es como si tomásemos dos stars
de la música pop, Madonna y Michael Jackson, para explicar lo que sucede en el
terreno de la música, de la industria musical. Sería completamente ridículo.
En
el caso del mercado del arte es importante el coste que suscitan las obras, el
precio del trabajo de un artista sube gradualmente junto a la capacidad de avanzar
y renovarse. Así como también es importante la capacidad de los galeristas para
sostener la presencia de la escena artística. Todo entraría en el flujo de una
economía de producción. De hecho, la mayor parte de las obras expuestas en
Valencia han sido producidas aquí lo que me ha hecho trabajar las impresiones y
las piezas en corian junto a profesionales de esta ciudad y, por tanto, con sus
empresas. Es algo realmente complejo.
Seguimos avanzando a lo largo de la
exposición por la últimas piezas todavía en importante grado de
experimentación, me confiesa Mercier. Son piezas que ha creado en Valencia con
materiales de la ciudad que todavía los plantea de manera intuitiva. Me explica
que alguna de ellas, una cruz en madera especialmente, han sido inspiradas por
la religiosidad de los edificios que ha podido conocer en la ciudad y que los
tonos naturales de los elementos se podrían asociar a ciertas ideas de la naturaleza
de estas tierras o incluso aquellas de ultramar que en la obra en tránsito se
representan con la tela de un saco de exportación de alimentos que llevan como
sello un insecto sacado de un libro de entomología.
M.M.:
En este grupo la idea de unión es un viaje de conocimiento, una deformación de
conocimiento casi postcolonial. Esta es la manera en la que podía unir lo
espiritual, la música, la forma en la que la música africana ha podido
influenciar nuevas músicas (a través de la pieza de Corian con la trompeta)
y, por último, las imágenes de los
insectos sobre un sello (Insect Stamp I, II y III). El insecto representado
como lo haría la entomología y el sello, la filatelia. Dos formas de
coleccionar y viajar presentes en el siglo XIX y los gabinetes de curiosidades.
J.C.:
Un conocimiento, si me permite decir a través del escarabajo dibujado en el
sello, parasitario.
M.M.:
Sí. Se trataría de un sentimiento que es reconstruido sobre una mentalidad
colonial. Una forma de concebir como las formas circulan, se deforman.
Por último, retomamos las nuevas piezas en corian
de la serie Sublimation (2013). Una
especie de chimenea de etanol que desprende fuego.
Corian con incrustaciones de corian y chimenea, 2013. |
J.C.:
La serie Sublimation también es uno de sus proyectos más relevantes. ¿Podría,
una vez más, explicarnos en qué consiste la sublimación en sus piezas?
M.M.:
Por supuesto. Tengo que decir que excepcionalmente esta pieza de corian ha sido
realizada por el fabricante de una forma distinta a la que suelo trabajar en la
que el dibujo se imprime caliente o se realiza como si fuese un tatuaje sobre
el material. Esta es precisamente la técnica de la sublimación. Lo interesante
de la sublimación en mi trabajo es que evoca la técnica, es el paso físico del
estado sólido al gaseoso sin pasar por el estado líquido.
J.C.:
En cierta manera, como un proceso alquímico.
M.M.:
Exactamente un proceso alquímico de desaparición. De hecho, la relación con la ciencia o bien con la psicología de la
sublimación tiene un punto de vista espiritual también. Todas estas ideas están
contenidas en la manera en la que podemos construir cognitivamente las
asociaciones entre el fuego y el gráfico dibujado en la pieza de corian: en
apariencia un cuadro de teoría del color, pero que en realidad muestra un
cuadro de valores que pertenecen al objeto. En este caso, los valores físicos
representan la llama de fuego y el etanol.
La llama asciende ante nuestra mirada.
Aparece y desaparece. Mientras, el etanol se consume.
J.C.:
Señor Mercier, gracias por sus reflexiones y por acompañarme en esta jornada de
opening. Le deseo una buena estancia y le auguro éxito en nuestro país.
M.M.:
Gracias y hasta la vista en París.
Horas después Mathieu Mercier se alzaba
ganador con el Primer Premio de Adquisición de Obra Abierto Valencia 2013,
junto al artista Manuel Blázquez de la Galería Paz y Comedias, patrocinado por Gandía
Blasco y organizado por LaVac.
Imágenes cortesía de Mathieu Mercier y Galería Luis Adelantado Valencia.
Publicada en MAKMA. Revista de artes visuales y cultura contemporánea:
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