martes, 17 de septiembre de 2013

Inquietud ensimismada


Texto realizado con motivo de RoomArt-2012. Alrededor del papel. Muestra a cargo del Institut de Creativitat i Innovacions Educatives, el Centro de Documentación de Arte Valenciano Contemporáneo y la UPV. Valencia, 16 de diciembre del 2011.
S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008

Jesús Rivera. Inquietud ensimismada.
Johanna Caplliure
La riqueza del lenguaje es solo comparable con la riqueza del mundo. Aunque en ocasiones el lenguaje enmudezca y el mundo quede despojado de todas sus maravillas. ¿Qué sucede cuando la belleza va acompañada del silencio? ¿Y si el vacío es un montaje artificial? Misterio.
Observamos que la bruma no deja ver bien la totalidad de las montañas y el bosque. ¿De dónde procede la luz de la habitación? Enigma.
Las incógnitas que suscita la obra de Jesús Rivera en torno a la belleza de la naturaleza, el abandono del espacio, el artificio de la creación, el engaño, no deben entenderse como un diálogo interno surréel. Aunque a priori, estas aparezcan ante nosotros como tal. Sino, más bien, como el reflejo de una inquietud ensimismada.
Adentrarse en la obra de Rivera parece un ejercicio complejo por el tipo de  cuestiones que nos propone. Por ello, intentaremos aproximarnos a estas a través del juego de dos conceptos como son los pasajes y los paisajes, pertenecientes a El libro de los pasajes de Walter Benjamin. Los paisajes y los pasajes son dos formas fragmentadas de generar un recorrido. Recorrido que nos propone la obra de Jesús Rivera.

Pasajes.
En primer lugar, emplearíamos el pasaje en la obra de Rivera por su carácter fragmentario. Es decir, como la selección de una pequeña parte de un texto. Sus fotografías representan la unión entre distintos pasajes de imágenes. En segundo lugar, el pasaje es entendido como un lugar de paso entre un espacio y otro: una fórmula constructiva de conexión y acceso.
Fragmento y construcción son los principios de sus trabajos. Los fragmentos son retazos de imágenes de paisajes y de espacios indeterminados que, puestos en relación en un proceso de construcción, generan un nuevo espacio. Podríamos hablar de la construcción dentro de la construcción o, también, de una especie de “mise en abyse deconstructiva”. Puesto que los fragmentos de imagen, pasajes, son colocados intencionalmente en una relación que hace realidad el sueño de compatibilidad de los contrarios (natural-artificial, plenitud-vacío, Naturaleza-Civilización, luz-sombra), así como la convivencia de los dobles. La "mise en abyse deconstructiva" supone un macrorelato- la fotografía, a saber: la obra- en el que se inscriben los pasajes -las fotografías que conforman la fotografía.

Los fragmentos escogidos por Jesús Rivera tienden principalmente a la oposición. Por un lado, la de la naturaleza representada en su mayor grandeza y expresión: lo sublime –escribiría Joseph Addison, esteta inglés del siglo XVIII, en Los placeres de la imaginación. Por otro lado y en contraste, la de la radical artificialidad de la construcción humana: una imagen creada a partir de fragmentos de imágenes de edificios ruinosos de la civilización contemporánea. Nos encontramos ante la antítesis entre naturaleza y creación humana, siendo esta primera supeditada a la última en un proceso de construcción donde una imagen es desdoblada en una especie de efecto espejo: un engaño perverso de recreación calidoscópica. Si recurrimos a la leyenda alemana del doppelgänger (gemelo maligno), el desdoblamiento del ser nunca puede tener un final feliz.  Sin embargo, aquí el doble gana la partida dejando de ser el otro para convertirse en un tercero. Es decir, el fragmento se desdobla en un otro igual mediante el reflejo especular, pero al unirse al primero configuran un nuevo espacio, un tercer espacio, un no-lugar. Terrible juego de espejos que nos llevan al engaño. De la misma manera que la fotografía, siguiendo los pasos de Joan Foncuberta, miente por naturaleza.


 
S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008


Paisajes.
En la estructura compositiva de las piezas de Jesús Rivera observamos que las fotografías parecen construirse mediante un sistema estratigráfico. Se trata de un espacio irreal, diseñado para su posterior construcción y que, en último término, es  ensamblado en una realidad imposible.

Si nos adentramos en el proceso de construcción, advertimos que el primer pasaje, el natural, se ve asociado a la representación de la naturaleza en su más “agradable horror” -retomando las palabras de Addison. Es decir, la visión de la imagen romántica de una naturaleza poderosa, inasible, incontrolable -como la que mostraron los paisajistas ingleses y alemanes en el s. XIX. Y que al entrar en relación con el segundo, el espacio urbano, hace que la evocación romántica se difumine.
El espacio urbano se caracteriza por una sensibilidad fabril, industrial. Se trata de lugares de paso, de trabajo y experimentación en los que han desaparecido toda presencia humana. Son edificaciones en ruinas. Tema, también, presente en los románticos. No obstante, estas ruinas no dejan huella de un pasado histórico glorioso, sino que estas son de una neutralidad angustiosa. Son fragmentos de algo que fue y que ahora construye algo que no es y que no será. La fantasmagoría de estas piezas concilia los opuestos y nos devuelve a la ficción de la fotografía.

Las fotografías de Jesús Rivera nos arrojan a lo inesperado y lo que no espera. De aquí, que planee sobre nosotros una atracción e inquietud ante este misterio. Sin embargo, la imagen enmudece. El misterio se torna irresoluble. Y volvemos a preguntarnos otra vez: ¿qué sucede cuando la belleza va acompañada del silencio?

 S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008



S/T. Serie No hay tal lugar, Revelado cromogenético sobre papel RC. Laminado mate, 160x160cm, 2008


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