Vencer la
rendición. Orfeos de
Maya-Marja Jankovic.
HEURTEBISE. – Orphée! Orphée! Vous connaissez la mort!
ORPHÉE. – Ah!...J’en parlais, j’en rêvais, je la
cherchais. Je croyais la connaître. Je ne la connaissais pas.
HEURTEBISE, secouant Orphée. – Vous la connaissez,
en personne.
ORPHÉE, abattu. – ...en personne.
HEURTEBISE. – Vous êtes allé chez elle!
ORPHÉE, réfléchissant. – ...chez elle?
Jean Cocteau, Orphée.
A Orfeo se le
atribuye el más bello don con que se podría dotar a un humano: el canto, la
poesía, la creación seductora capaz de domesticar las bestias, calmar las
bravas aguas, remitir la furia de los dioses y engatusar a cualquiera con el
deleite de su arte. No obstante, la
profundidad del mito no se muestra en su forma, sino oculto en el interior de
la propia obra. El mito de Orfeo nos ofrece una serie de enigmas sobre la vida
y el deseo humano, la pasión, lo divino y lo mortal. Pues ¿acaso podemos traspasar
las fronteras de la muerte? Orfeo lo consigue: engaña a la muerte en un
instante de persuasión. Y por un momento, desciende a los infiernos. Los dioses
le permiten viajar al Hades para volver a encontrarse con Eurídice. Pero el
intento de huida y rapto de su amada se torna imposible por ese mismo exceso de
deseo.
En Orfeos de Maya-Marja Jankovic la historia sobre el amor, el arte y la muerte intenta
desvelarnos otra forma predispuesta a la vida: el transcurso de esta misma en
un devenir desobrado. Es decir, bajo
la ausencia de obra. Por lo tanto, la vida se convierte en un medio y fin en sí
mismo, en una pasión inconsolable que se consume interminablemente.
Si observamos el
mito clásico en voz de Virgilio, Ovidio u otras versiones en época contemporánea
con las figuras de Cocteau, Blanchot o Camus, nos cuestionamos si existe un
retorno al mundo después de caer en las tinieblas. Sin embargo, en la carrera que
nos propone la artista serbia la vida tiene una meta bien diferente: vivir la
vida como desafío cotidiano. Por eso, todos somos Orfeos y en el dorsal llevamos
el reto inscrito. La errante fantasmagoría de los Orfeos conduce a una
incesante existencia suspendida en la vida. Vivir es la victoria de la vida. Existir
es participar en la vida.
Pero, ¿cómo vencemos
el correlato aparente entre vida y muerte? El mito de Orfeos de Jankovic se sitúa en el lugar de la creación, en esa
“tierra de nadie” que es el espacio del deseo, las expectativas, el sueño, las
ambiciones y, por supuesto, la superación humana. Sentimos que vencemos en la búsqueda
perpetua, en el tránsito órfico entre la vida y la muerte. Además, la
interpretación de Maya-Marja Jankovic no deja de ser una expresión de
conciencia del mundo que nos envuelve, del tiempo universal y de la comunidad a
la que pertenecemos. El anhelo humano de conquistar los límites, de desplazar
las fronteras en virtud de su mortalidad y afrontar su destino como desafío existencial
se desvela como convivencia. La participación de una colectividad donde la
asociación de deseos, el habitar lo desconocido y su propia superación diríase,
en definitiva, que forman parte de la carrera que es la vida.
Johanna Caplliure
Maya-Marja Jankovic, Orfeos. Performance en Zona 3, Nit de l’art Castelló. 15 de mayo 2015.