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domingo, 6 de marzo de 2016

Del poder de las imágenes a las imágenes de poder. Conversación con Greta Alfaro.


Del poder de las imágenes a las imágenes de poder. Conversación con Greta Alfaro.
Por Johanna Caplliure.

Si echo la vista atrás, exactamente al año 2007, recuerdo dos trabajos de Greta Alfaro que en su momento fueron significativos para mí y que, observando su trayectoria posterior, podrían resumir algunos de los caracteres de sus obras. Me refiero a un álbum de familia, Celebración y a la instalación Budapest y Viena. Ambos trabajos comparten una atmósfera misteriosa, la mostración de los tabúes o la decadencia de las estructuras sociales preestablecidas. Todo ello bañado con un gusto especial retro que ya sugería su interés por la historia y la construcción del imaginario colectivo occidental entre el deseo, el exceso, la perversión y la fantasía.
En el caso de Greta Alfaro (Pamplona, 1977) me interesa especialmente cómo ha ido armando su trabajo a partir de ciertas nociones o intuiciones sobre la imagen y la historia. Parece que su paso por el Royal College of Art y la posibilidad de visibilizar su obra internacionalmente, la trajo de vuelta a España con horas de rodaje y minutaje como una de las videocreadoras más importantes de nuestro país en la actualidad. Aunque mantiene una total fidelidad a sus concepciones originales.
Me reúno con ella y mi primera intención es hablar de su evolución, de las ideas que se mantienen en todo su trabajo: la construcción de las ideologías y del pasado, la reflexión sobre las costumbres, el bodegón, el vídeo y la fotografía.
¿Cómo explicarías el paso entre esas primeras obras que recuerdo como registro encontrado, se trata de imágenes que hallaste en un rastro, y los proyectos que realizas en la actualidad?
Aunque en Celebración inauguro una manera metalingüística de trabajar (pensar en la imagen a través de la imagen) para mí no hay tanta diferencia entre tomar imágenes encontradas o producirlas yo misma, puesto que siempre parto del imaginario de la cultura occidental. Sea la fotografía de familia, la fotografía publicitaria, las imágenes de la historia del arte o la iconografía religiosa, este bagaje es el punto de partida visual y conceptual. Su análisis me parece fundamental, ya que vivimos en un mundo en el que somos educados, dominados, manipulados por la imagen. Esta tiene un peso específico en el modo de vida, en los valores, etc., pero lo recibimos de una manera inconsciente porque no se hace un esfuerzo educativo en ese ámbito. Del mismo modo que uno debe aprender a leer y luego estudiar para entender un libro de filosofía, también se deberían estudiar las bases del discurso visual que nos gobierna.
Sé que te interesa especialmente el cine. Y en tus trabajos observo claros remitentes  filmográficos y otros, que quizá sean una intuición mía. Entre ellos, me viene a la cabeza Luis Buñuel y su etapa francesa (El discreto encanto de la burguesía, Ese oscuro objeto de deseo, Belle de jour), algunas notas de Pier Paolo Pasolini en cómo ofrece la imagen del banquete o cómo sienta las figuras de poder en torno a una mesa. Y, siguiendo esta idea, no olvidaría el cine español y la representación del franquismo tardío con Luis García Berlanga y su serie de “nacionales” (La escopeta nacional, Patrimonio Nacional, Nacional III).
Los artistas que son referente para mí pertenecen a la historia del arte, principalmente al barroco, a la época medieval y dentro del siglo XX, al surrealismo. Sin embargo, las imágenes que más me han influido de la creación contemporánea proceden del cine. Y en este caso Luis Buñuel y Pasolini son muy importantes, aunque no son los únicos…  Paradjanov, Polanski, Fellini, Herzog.
A nivel visual la representación de los caracteres humanos se aproxima a la idea derridiana de “el animal que luego estoy si(gui)endo” y se mostraría en tus vídeos In Ictu Oculi e In Praise of the Beast. Si he hablado de estos cineastas es porque considero que en sus films la representación imaginaria de la sociedad queda ligada a explorar formas de (des)ocultar la parte animal del ser humano. Y si extrapolamos estas referencias a In Ictu Oculi e In Praise of the Beast podríamos leer una especie de fábula o de cuento en que se nos dice cómo debemos actuar o qué está mal.  
Cuando pienso en el bagaje cultural me refiero tanto al imaginario visual como a los relatos o los mitos. No me gustaría que mi producción tuviera un carácter moralista. Pero sí que me interesan, tanto la carga simbólica de los animales presente en la tradición cultural, como su uso en las fábulas para proyectar ciertos comportamientos humanos.
Tanto en In Ictu Oculi como en In Praise of the Beast, hay un mismo planteamiento inicial, pero el resultado y la intención de cada vídeo es diferente.
En el caso de In Ictu Oculi se presenta una mesa en un paraje campestre desolado. Una mesa preparada para un banquete, especialmente cuidada en los detalles, pero cuyos invitados no aparecen. Quienes llegan inesperadamente son un grupo enorme de buitres que se abalanzan sobre la mesa, hasta devorar todo lo preparado y marcharse. In Praise of the Beast tenemos una tarta enorme en medio de un bosque, nevando, en plena noche, iluminada por una luz teatral. Poco a poco, van acercándose a ella unos jabalíes. Al principio no se ven, se oyen sus gruñidos. Más tarde, la sensación de temor ante algo que no conocemos se convierte en una escena cómica. En ambos me gusta la extrañeza ante lo inesperado, que nos remite a la imposibilidad de controlar la vida y el destino.

Para continuar me gustaría que me hablases de European Dark Room (2010). Se trata de una vídeo realizado en la oficina de una fábrica de tabaco en el que se da un suceso paranormal. El aspecto que nos ofrece el mobiliario y las paredes de la oficina es el de un espacio barnizado. De ellos parece exudar una solución marrón. El espacio aparenta tener vida propia.
Se trató de un encargo del Ministerio de Cultura de España. Una pieza realizada en la Antigua Tabacalera de Madrid justo antes de que las instalaciones se reabrieran como centro social, cuando el edificio se encontraba tal y como quedó tras su cierre décadas atrás. En este proyecto, como en algunos otros, era especialmente importante la orientación site specific,. Me gusta trabajar de ese modo, partir de un lugar dado, de su contexto histórico, sus acontecimientos, las circunstancias y su aspecto. Bajo esta premisa, la propuesta de trabajar con un fascinante edificio del siglo XVIII que tiene una profunda relación con la historia colonial de España me entusiasmó. Me interesaba particularmente el hecho de que frente a este pasado, el arte, el pensamiento y la crítica poscolonial no están especialmente desarrollados aquí. El tabaco y el chocolate tienen una historia muy similar. Se trata de productos de lujo que trajeron los españoles a occidente, vinculados a la explotación del trabajo en el país de origen y que se convirtieron en artículos de consumo masivo.
Elegí trabajar con una oficina en tanto que espacio del poder burocrático, lugar de la toma de decisiones, recubriendo de chocolate paredes, muebles y objetos. Lo que percibimos como suceso paranormal en European Dark Room no es otra cosa que el lento proceso del derretimiento del chocolate. Este proyecto no estaba pensado para abrirse al público como instalación, sino para ser grabado, porque prefería que la identificación del espeso material marrón no fuera inmediata.

De hecho, si tuviéramos que definir la pieza, yo lo haría como un análisis postcolonial sobre las relaciones comerciales e imperialistas entre España y Latinoamérica. Pero también como una crítica al poder que planea por encima del trabajador. Estos aspectos me parecen vibrantes en la pieza y tienen su eco incluso en la música. En el comienzo se escucha un fondo de audio industrial que se va alargando hasta que toma fuerza una composición musical del Barroco Novohispano (Barroco Mexicano) en el que se mezcla la música de corte europea con el folclore autóctono.
Exactamente. En la banda sonora utilizamos una de la primeras composiciones de la época en la que se mezcla explícitamente la música Barroca de las cortes europeas con los ritmos de esclavos procedentes de África y los de los indígenas americanos. Por otra parte, como dices, es cierto que las relaciones de poder son un tema primordial en mis trabajos.
Sin despegarme de la idea que nos ofrecías anteriormente sobre tu forma de trabajar site specific, querría que nos introdujeras bajo esa definición dos proyectos peculiares en los que te ocupas del espacio, la comida y la intervención tanto en el conocimiento como en la historia. Me refiero a Still Life with Books (2014), dentro del programa Praxis en Artium, e Invención (2012), instalación realizada en la capilla del Museo Ex–Teresa Arte Actual en México DF.
La verdad es que son proyectos que he abordado de manera muy distinta. En el caso de Invención, se trataba de trabajar en un edificio histórico, con todas sus connotaciones, y en Still Life with Books, en un espacio de arte contemporáneo, un “cubo blanco”. En ambos, el dulce es utilizado como ornamento, como capa edulcorada que obstruye el acceso a la profundidad de las cosas.
En el caso de Invención, proyecto realizado en México, se aborda la cuestión de los procesos de sincretismo cultural, de la cultura como forma de dominación, y más concretamente, del uso de las imágenes para este fin. Partiendo de esta estrategia tan actual, que tiene su origen en el barroco, y que tanto usaron los misioneros en Latinoamérica, construí una capilla recreando la decoración del Barroco Novohispano en merengue, de forma que este parecía material escultórico. Un equipo de chefs reposteros y estudiantes de gastronomía realizó un trabajo exquisito, tanto desde el punto de vista estético como desde el del paladar. Y es que otro de los aspectos clave era que fuera comestible, y por lo tanto, efímera, en relación con la idea de vanitas.

En Still Life with Books, un proyecto específico para el Programa Praxis en Artium, la aproximación al espacio fue diferente. Al tratarse de un museo de arte contemporáneo, un espacio teóricamente neutro, quería plantear interrogantes sobre la función del museo y por extensión, proponer un cuestionamiento del uso de la cultura y el arte contemporáneos, de cómo se regula nuestro acceso al conocimiento y hasta qué punto los procesos de democratización de la cultura se dan lugar a cierta banalización. Allí presenté una biblioteca recubierta de caramelo rojo semitransparente que impedía abrir los libros. El proceso se realizó en directo en el espacio, y después los libros se quedaron expuestos, sufriendo una degradación que hacía referencia a la cuestión del archivo y colección.
Has mencionado el uso de las imágenes en la transmisión de valores. El análisis que desarrollas sobre la imagen y la construcción de la cultura occidental también nos ofrece una revisión de ciertos iconos. Las imágenes que produces o a las que remites poseen una fuerte simbología. Haré hincapié en una pieza bastante bizarra y no especialmente conocida. Fall On Us, And Hide Us (2011) participa de un universo paranormal en el que las fuerzas oscuras iluminan un altar de manera mística, oscurantista o sacrificial.
En Fall On Us, And Hide Us trataba de mostrar parte de la imaginería vinculada a la oscuridad dentro de la cultura occidental, pero también me interesaba jugar con los límites de lo real y lo virtual. Pretendía establecer una conexión entre la imagen histórica con su peso y materialidad, y la imagen virtual con esa sensación irreal de estar y no estar presente. Estas ideas son expuestas a través de una vídeo-instalación vertical. El vídeo comienza con una especie de confusión entre realidad y ficción, espacio real y espacio virtual, y más tarde los elementos simbólicos toman lugar. Lo primero que vemos es el negro de la pantalla, y progresivamente se van apreciando formas que no están ubicadas en ningún espacio físico y podrían remitir a un videojuego, a una imagen tecnológica. A medida que van pasando los minutos se descubre un espacio real, son las ruinas de una iglesia del s. XI. A través de un juego de luces se advierte cómo la iglesia está repleta de huesos de animales, un altar donde yace un cordero...
Los efectos se consiguieron con un sistema de luces realizado por profesionales de la iluminación. En mis vídeos y fotografías la post-producción es prácticamente inexistente, no trabajo con efectos especiales. Me interesa generar situaciones inverosímiles o extrañas, pero que sucedan de verdad, generar el suceso, no manipular la imagen.
Si me permites, volvería al tema de la música. Me sorprende el sonido techno, la sensación de rave sucia en Fall On Us, And Hide Us.
La música se produjo con la idea de transmitir alienación voluntaria, desenfreno.
En este vídeo se condensan varios temas clásicos y uno de ellos es la danza macabra. A través de la música pretendía enfatizar la idea de “danza”. Pero en este aquelarre están todos muertos y ya no baila nadie, ni los esqueletos.
Aprovecho que has utilizado la expresión “alienación voluntaria” para preguntarte por otra pieza. Tras los acontecimientos a los que hemos asistido estos días, la destrucción del templo dedicado a Baal a manos de ISIS en Palmira (Siria), querría reflexionar de nuevo contigo sobre Nel Marmo, Col Marmo, per il Marmo (2013-2014). La primera vez que comentamos este tema fue con motivo de los atentados perpetrados por el Estado islámico en febrero de 2015: tu obra parecía una trágica premonición de estos acontecimientos.  Nel Marmo, Col Marmo, per il Marmo, serie de esculturas y collages realizada en Carrara, se inspira en una secta que tienen como culto la destrucción de la obra de arte y la muerte del artista. En ocasiones los límites entre la realidad y la ficción se convierten en una broma macabra.
La cuestión de la destrucción de imágenes es una constante en la historia humana.
Nel Marmo, Col Marmo, per il Marmo es un trabajo sobre la iconoclastia. La iconoclastia es hija de la iconofilia; sólo quien cree en el valor de las imágenes se esfuerza realmente por destruirlas. La actitud del Estado Islámico es un ejemplo de ello: destruye las imágenes porque las considera poderosas y mientras lo hace fabrica imágenes nuevas; cuida extraordinariamente la creación de sus imágenes iconoclastas.
Volviendo a Nel Marmo, Col Marmo, per il Marmo. Me invitaron a realizar un proyecto en Carrara. Es fácil darse cuenta de la cantidad de obras de arte que han sido realizadas en mármol de Carrara. Casi podría mostrarse nuestra historia del arte a través de ese material.El proyecto se articula alrededor de una secta de adoradores del mármol constituida por artistas arrepentidos, cuyo deseo es destruir la sociedad y la cultura occidentales. Con el fin de retroceder a un utópico estadio anterior de unión con la naturaleza, donde el mármol dejaría de ser emblema de la historia del arte para ser piedra, montaña, deidad, y desde unos postulados basados lejanamente en el anarcoprimitivismo, promulgan la destrucción de la obra de arte y la autoinmolación del artista. El proyecto recoge imágenes, objetos, oraciones y textos sobre los rituales llevados a cabo por la secta. Incluye una colección de armas en mármol de Carrara para el suicidio ritual del artista y dos series de collages, una ilustrando los lemas de la secta, y la otra con instrucciones y oraciones para el acólito.Cuando ideé esta pieza no pensaba tanto en formas de actuación del Estado Islámico como en la iconoclastia en tanto metáfora del proceso contemporáneo de ataque y destrucción paulatina de la cultura, la educación, el arte, el pensamiento crítico a favor de intereses espurios. Dicho de otra manera, cómo nuestro bagaje cultural es aplastado por un mundo cada vez más superficial y utilitarista.
La idea que comentas conectaría directamente con un trabajo no productivo, intelectual, que no puede ser sometido por el capital. Vuelvo a tu trayectoria, a una de esas obras capitales por la que eres conocida. En A Very Crafty and Tricky Contrivance (2012) pones en conexión la fábrica, la empresa, la rata, los sistemas burocráticos y la migración. Siempre me he imaginado esa rata como un trasmisor de enfermedades y suciedad, pero también como el trabajador en los orígenes de la era industrial.
Allí donde hay un ser humano hay una rata. La rata se alimenta del detritus humano, de la parte oscura de la civilización, y de este modo la encarna para nosotros. La rata siempre está ahí, en la sombra, aunque tú no la veas, a pocos metros de ti. La rata es el vínculo directo entre la casa y la alcantarilla, entre la oficina del más poderoso y las cloacas de la ciudad, entre lo más alto y lo más bajo. La imagen de este animal también me sirve para hacer presente la época de la industrialización en Inglaterra y funciona en el proyecto como conexión entre el pasado y el presente. Por último, representa el lado oscuro del progreso, como idea asociada a la industrialización, al capital y a la especulación.
El proyecto fue otro site specific, un encargo de la Genesis Foundation que realicé en un edificio abandonado en King’s Cross, una de las pocas ruinas conservadas de época victoriana en Londres. En su tiempo fue la sede administrativa de una empresa que se encargaba de la gestión del carbón y el pescado que llegaba de otras partes de Inglaterra. Llevé a cabo la puesta en escena de una oficina tal y como sería en la época eduardiana, con actores, muebles, etc.. para después soltar una rata con una pequeña cámara que grababa el trabajo cotidiano de este lugar. Con motivo de la exposición desinstalé la oficina y se proyectó el vídeo en el mismo espacio donde la rata grabó las imágenes. El espectador podía así ver el pasado de esa oficina a través de los ojos de la rata.
Para finalizar esta entrevista voy a preguntarte por tu último trabajo realizado con motivo de la beca de la Academia de España en Roma. Todavía no ha visto la luz, pero yo sí que he tenido el placer de conocerlo.
De nuevo, en el vídeo está presente el tema de la comida, como el más opulento de los bodegones, como el festín barroco. Sin embargo, aparece por primera vez en tu trabajo el cuerpo humano a través del conocido actor de cine porno Tim Kruger.
En esta pieza vuelvo a vincular la tradición cultural y nuestra situación contemporánea. Más que la comida, el concepto que aquí está presente es el bodegón, inspirado directamente en la escuela holandesa, en la que el bodegón ostentoso  simboliza la cristalización de una clase burguesa creciente que deseaba demostrar su riqueza material. Pero para mí, a su vez, funciona como la representación de toda la naturaleza puesta al servicio del hombre. Se muestran de manera artificial todo tipo de animales muertos: del mar, de la tierra y del aire; frutas, plantas y flores, dispuestos para el consumo humano. En El Cataclismo nos alcanzará impávidos el orden de esta representación se rompe con la acción del hombre sobre los diferentes elementos del bodegón, al principio ambigua, y después abiertamente sexual.
Cuando llegué a Roma comencé una investigación acerca de las torturas de los mártires del cristianismo primitivo, interesándome tanto la espectacularidad del castigo como la apología de la aceptación voluntaria del mismo. Partiendo de ahí, y a través de un largo proceso, el trabajo se encaminó hacia una reflexión sobre la arbitrariedad desenfrenada de la violencia en el ejercicio del poder.

Al hablar del origen de la investigación de El cataclismo nos alcanzará impávidos en torno a la figura del mártir torturado, me ha venido a la mente la noción de “docilidad de los cuerpos” que Foucault analiza en sus textos, principalmente en Vigilar y castigar, donde define el concepto de “anatomía política”.  Los cuerpos son marcados por el poder en esa docilidad y dirigidos al suplicio, a infligir dolor y a admitir la resignación.
Efectivamente en el proceso tuve presente, entre otros, el libro de Foucault. Como te decía antes, uno de los aspectos que más llamaron mi atención sobre estas historias era el sometimiento voluntario del mártir. En las relaciones de poder se establece una jerarquía en la que uno está arriba sometiendo, y el que está debajo o se somete o se rebela. Actualmente vivimos en una sociedad pasiva. Hoy como ayer, el poder necesita anular la voluntad, manipular el deseo. Por eso, uno de los temas que quería tratar en este trabajo era el deseo, en tanto que ansia inabarcable que vincula la anulación y la dominación.
Por la acción que se desarrolla en el vídeo, ¿temes que sea leído como una cinta porno o se asocie a prácticas como la sitofilia o el body food (en ambas prácticas sexuales se utiliza la comida para alcanzar el placer sexual)?
El vídeo se aleja de lo pornográfico en la medida en la que su fin no es la excitación sexual. Se hallaría más próximo al sentimiento de repulsión. Hay una mezcla extraña entre el erotismo y la repulsión, cercana a Bataille. Y en este aspecto me interesa especialmente la profanación. Creo que este vídeo hace patente una escena de profanación y ruptura de un tabú.
Has hablado de la violencia de la imagen, del cuerpo como productor de violencia y así se podría alargar la línea hacia la violencia social manifiesta en la cultura.
En El cataclismo nos alcanzará impávidos el hombre no ejerce la violencia: lo agresivo no está en su acción. La imagen se registra a cámara lenta, la cámara se recrea pausadamente en la belleza del bodegón, del cuerpo de Tim Kruger. La violencia de la imagen está en hallarse deleitándose frente a un tabú. Esto es lo que nos violenta.
En un plano secundario aparecen dos figuras.
En el fondo de la escena, en la oscuridad, aparecen dos mujeres asomadas al quicio de una puerta. Están grabando la acción con un móvil. Las figuras remiten a la primera parte de la investigación. La palabra mártir significa en griego testigo. Estas mujeres ejercen un rol indeterminado, parecen figuras testimoniales. No obstante, se desconoce si se sitúan en el lugar de la víctima, del verdugo, si son cómplices o espías. Estos personajes refuerzan el tema barroco de las diferentes ventanas, diferentes campos de interpretación y lectura. Mi intención es que el móvil se muestre con su grabación como complemento del vídeo central.
La imagen del vídeo es verdaderamente desbordante en todos sus sentidos.
Vivimos en una sociedad del exceso: exceso de sensaciones, de estímulos, de necesidades, de ansias, de ambiciones, de acumulaciones. Y en este trabajo hay una voluntad de tratar el exceso. La imagen fuerza al espectador a “empacharse”.


lunes, 22 de diciembre de 2014

El interior absoluto y la comunidad de las imágenes. Ensayo sobre política existencial


La escritura de este texto tienes sus orígenes en mi estacia en Barcelona (2009-2010) donde pude conocer y disfrutar de la cercanía de Santiago López Petit, al que considero un maestro no solamente por haber pasado por sus aulas, sino por ofrecerme en sus palabras y actos una forma de vida y de pensar en la que querer vivir.
El interior absoluto y la comunidad de las imágenes
Johanna Caplliure
La película sobre-expuesta, sometida al exceso de luz, carece de contraste. En el lugar que la imagen brota, sin cese, el espacio ha adquirido la forma ensayo del pensamiento, la forma creación en la que se dice sin decir, en el que todo se ha dicho y todo está por decir; allí donde la sobreexposición lleva a la opacidad de lo visto. Por lo tanto, ya no se trata de hablar de las condiciones políticas de la imagen, sino más bien de probar una vez más -siguiendo una tradición dialéctica de las imágenes- la importancia de su composición poética, reflexiva y ensayística. El pensamiento, el lugar de la interpretación, deviene paradigma de esta política de la imagen en la que todas las imágenes del mundo son potencialmente políticas. Una vida política es la que es capaz de apropiarse de su vida un instante. Las imágenes que se determinan por su autonomía y separación del propio aparato político se declaran portadoras de un mensaje de libertad en el que no se representa a nadie, solo se presentan así mismas. Por lo tanto, ¿podemos hablar de una imagen política de lo común?, ¿podemos decir que la política de la imagen solo existe a expensas de no ser visible en su totalidad?
En este caso la preeminencia de lo visual en la obra de Samuel Beckett nos acompaña en ese atravesar los retazos convulsos de discursos atados a la definición de comunidad y la posibilidad de un encuentro con lo que nos une, si tal idea existe.
Film[1], única pieza cinematográfica de Samuel Beckett, pretende hacer visual aquella máxima del filósofo británico George Berkeley: esse est percipi. La pieza se resiste a la paráfrasis verbal, como dicen los comentaristas de la obra de Beckett, sólo quedando como banda de sonido un violento silencio que no titubea ante un imperativo Shhhh!. Por eso, acataremos el deseo del autor excepto en este sucinto comentario sobre ella para darla a conocer al lector que todavía no se ha acercado a Beckett. El cometido de traer la obra de este autor es confundir su personaje, ad nauseam, hasta rozar peligrosamente al hombre anónimo.
En Film se nos presenta un espacio totalmente irreal en que un personaje O(bject), interpretado por Buster Keaton, huye ante la inminente presencia de E(ye). E(ye) se concibe como la autopercepción, entonces es imposible que O(bject) escape de ella. Por mucho que se aleje de las otras personas, por mucho que expulse de la habitación al perro y al gato, o tape la jaula del loro o el acuario con el pez, siempre habrán ojos que le miren: los de una silla, un affiche del rey sumerio Abu, o su propio ser: E(ye).
¿Y sí O(bject) fuera entendido como ese hombre anónimo y E(ye) como una vida política, ambos presentes en la obra de Santiago López Petit? Entonces, ¿existiría una sobreexposición de lo común? ¿Es cierto que la vida política debe ser la compartida? ¿Y si es imposible? ¿Por qué creer en una política de la imagen que nos devuelve el sentido de lo común? Quizá, la fuerza indefinitoria que nos une solo se deje ver sobreexpuesta como la captura, de unos segundos, por la mirada de uno mismo: el interior absoluto.
   
Shhhhh!. Nos obliga a callarnos.
O(bject) siente que es perseguido. Todas las miradas, todos los ojos, caen sobre él. Huye azorado. Abandona la calle para, poco a poco, introducirse en una trampa ¿fatal? Tropieza. Vuelve a tropezar. La torpeza del terror se hace dueño de él.
E(ye) sigue a O(bject).
O(bject) no quiere ser observado. E(ye) se vuelca en un mirar. El interior se impone, el exterior se expone.[2]
O desea no ser.
E impone su presencia. ¿Esse est percipi?
E y O son el mismo, pero con distinto registro. O eres tú y soy yo: es el hombre anónimo. E es una vida política.
Si comenzamos con este juego persecutorio entre
O y E es precisamente porque si algo hemos presenciado en los acontecimientos de la última década a escala mundial es la persecución de una conciencia política que se hace común a todos nosotros. Una conciencia política que significa un querer vivir. Una vida política está permanentemente conectada con esa interioridad común[3] que se nos ofrece a cada uno de nosotros como una autopercepción, como posicionamiento entre el yo y lo común o como forma ontológica del ser. Un ser que se posiciona en su exterioridad bajo un continuo estado de emergencia y que se extiende hasta lo más profundo de nosotros convulsionándonos. Los hechos: conflictos armados (estado de guerra global), la crisis del capital, la pobreza, la precariedad de las vidas, y un etc que se ve acompañado del descrédito hacia la clase política, los desahucios o los levantamientos ciudadanos. Y es así como somos conscientes de que la politización no estriba en caer en la cuenta de la explotación a la que nos vemos sometidos, sino más bien por el hecho de que la propia vida sea estremecida[4]. Por lo tanto, cuando intentamos declarar la forma que nos une, nos es imposible hacerlo a través de una nomenclatura sustancial: ya no existe un sujeto social común que nos aúne bajo una identidad (pueblo), una uniformidad (masas) o el régimen capitalista postindustrial (clase obrera). Porque quizá sea el tiempo en el que se haya establecido la multitud, según indica Negri y Hardt.
Mis observaciones tomaron entonces un giro abstracto y generalizador, considerando a los transeúntes como masas, no fijándome más que en sus relaciones colectivas. Pronto, sin embargo, entré en detalles examinando con interés minucioso la innumerable variedad de figuras, trazas, aires, maneras, rasgos y accidentes.[5]
Las relaciones colectivas de estas masas se ven sujetas al carácter biopolítico de la tendencia en la que se encasilla la vida. Así, la carne de la multitud- señalan Negri y Hardt- queda aprisionada y convertida en el cuerpo del capital global, se encuentra al mismo tiempo dentro y en contra del proceso del globalización capitalista. Pero la producción biopolítica de la multitud tiende a movilizar lo que comparte en común y lo que produce en común, contra el poder imperial del capital global.[6] En esta visión de Negri y Hardt la acción histórica es expuesta en términos del materialismo marxista. En ella podemos observar cómo la vida queda sujeta al capital, pero siempre desde una abstracción de esta que devuelve la propia carne de la multitud como un producto seriado. A la demanda del ser de la multitud declaran los autores que esta manifiesta su común en su producción. [L]o informe y lo desordenado inspiran espanto. La monstruosidad de la carne no es un retorno a la naturaleza, sino una creación de la sociedad, una vida artificial[7]. Se trata, pues, de una producción biopolítica que se moldea mediante la carnosa forma del monstruo llamado multitud. Una forma que debería vincularse con la revuelta, la alteración del orden y la ruptura del flujo.
Y es tan cierto, como nos explica López Petit, que son los grandes ciclos de lucha los que se vislumbran como producciones monstruosas contra el Estado /el Capital en busca de nuevos proyectos de democratización. Luego este constructo de la multitud no es más que una banalización de la comunidad[8].
E tiene miedo de despertarle, de molestarle.[9]
Por eso, volviendo a la idea que nos importa mantener en esta lectura la comunidad-, nos llama la atención que para los autores de Imperio y Multitud no existe la paradoja entre las singularidades y lo común: la clave de esa definición es el hecho de que no existe contradicción conceptual ni real entre singularidades y comunalidad.[10] Tal vez, y releyendo a Giorgio Agamben en Negri y Hardt, la contradicción no se dé porque la multitud es ya un cualsea. Entonces, se hablaría de la vida y no de las vidas. La carne de la multitud de Negri y Hardt queda des-carnada, ha perdido la carne viva.
Tras observar la monstruosa configuración que puede tomar la multitud en resistencia y después de esclarecer la no-paradoja de su comunidad, nos introducimos en lo que para nosotros se percibe como un paradigma de la in-diferencia posicionada o la deriva que tiene la carne que ha perdido su vida política: el cualsea.
Giorgio Agamben nos presenta en La comunidad que viene una figura bastante cuestionable y de la que nos ha sido imposible deshacernos durante las lecturas cruzadas que hemos ido desarrollando sobre qué nos une. Quizás, porque pensamos que este concepto participa de una cierta bastardía o, quizás también, porque no lo hayamos entendido del todo bien. ¿”El ser que viene es el cualsea?[11] Agamben nos habla de una comunidad inesencial en que lo común a las singularidades corresponde a un atributo de dispersión en la existencia. El cualsea se debate entre lo común y lo propio, y pasa de uno a otro mediante el ethos. El mismo hábito al que aludía Negri cuando exponía el desarrollo de lo común a partir de la práctica continuada. El cualsea de Agamben nos brinda la posibilidad del ser en potencia y del ser en acto. Aunque más importante es como este cualsea" se carga la representabilidad universal de la comunidad.[12]
Lo más importante es que tiene que haber una diferencia absoluta de registro [entre E y O], reforzada por el hecho de que O se mueve y E corta. Eso es. Sí, O legato, E staccato. Ambos anormales.[13]
Entonces, siguiendo a Agamben, solo podría existir una manera de vivir la política, una forma en la que presentar el ser político de la comunidad. A saber, aquella que produce una nuda vita. Es decir, la vida política del homo sacer[14], una vida entre la inclusión y la exclusión. Según el filósofo italiano, la nuda vita corresponde con una figura del derecho romano que se sitúa fuera de la ley. Puede ser abatida en cualquier momento y, sin embargo, no se la puede sacrificar.
No obstante, la aporía que funda la nuda vita, entre la servidumbre y la libertad, se rompe en el estado de excepción en el que se convierte la vida. La propia vida se convierte en un campo de batalla contra sí. Tal vez, como aquella idea de la inmunidad dentro de la comunidad que Roberto Esposito afirma en su proyecto filosófico. Pero, ¿esta forma de vida política en la excepción no aniquila el verdadero sentir de la vida? ¿no sería la nuda vita un advenedizo cuidado de sí” que estableciéndose en los márgenes nunca sucumbe al piélago del querer vivir? ¿Acaso no es la neutralidad de ese cualsea o de esa nuda vita la que problematiza esta cuestión al escindir la vida de lo que la completa: la existencia? La vida se hace abstracta y deja de pertenecernos. La nuda vita vacía la vida de vida. Así, sólo nos queda una vida rota que es atravesada por el querer vivir.
La fórmula que Santiago López Petit nos ofrece en su pensamiento sobre el hombre anónimo se construye como fuerza del querer vivir que no es otra cosa que la recuperación de la vida de uno y, por tanto, el desarrollo de una vida plena. Frente a un nihilismo existencialista en el que la vida se pierde en cada pulsión, la rabia del querer vivir hace de este arranque una lucha por una existencia política; es decir, como ser en este mundo.

O odia su vida. E es el odio libre. Fin de la inocencia de un ojo lacerado, porque a partir de ahora viviré sin estar viviendo.[15]
La solución de la comunidad de Agamben en torno a la exclusión incluyente, nos aboca a la constante impugnación del yo y de la comunidad. La in-diferencia de la nuda vita la hace una vida neutra. La ambivalencia del querer vivir es la única salida. Soy una contracción de la ambivalencia[16], dice López Petit. La forma aporística es la que moviliza la vida y, por tanto, nuestro querer vivir se convierte en desafío. El ser busca, no ser reconocido, sino ser impugnado: va, para existir, hacia lo otro que lo impugna y a veces lo niega, con el fin de que no comience a ser sino en esa privación que lo hace consciente (ese es el origen de la conciencia) de la imposibilidad de ser él mismo, de insistir como ipse o, si se quiere, como individuo separado[17].

O irrita, E repugna. Producen odio.
Vuelve a tropezar. Pero, otra vez se encuentra consigo mismo.
La vida se venga
de la vida.
Acercándonos al célebre texto de Maurice Blanchot, La comunidad inconfesable, advertimos que la comunidad (literaria) converge en un espacio casi místico donde el misterio de los fieles al abandono sin límite, a la embriaguez sin confín ni lógica, se expresa en una comunicación nocturna, un decir en la oscuridad y al oído del amante, una imposible forma de unirse con el otro con el que se comparte esa noche del ebrio destino. No podemos deshacernos del tiempo dispensador que vence a la comunidad a través de los espaciamientos del querer vivir: los lugares propios entre la soledad y la comunidad. Puesto que la opacidad de la comunidad es su fuerza[18]. Una comunidad que vive al amparo de la oscuridad de la noche, en el anonimato del amante que nunca puede amar: estaría muerto sin vida previa a la que morir, sin conocimiento alguno de morir a vida alguna[19]. El anonimato es ser desconocido y ser ocultamente.El hombre anónimo no tiene nombre pero no porque sea indeterminado, sino justamente porque su determinación es tan fuerte que la mantiene bajo secreto[20].Su mayor secreto es la vida.[21]
O ya no tiene miedo. E ha liberado al querer vivir de la vida.
Lo que nos une es el querer vivir: yo no estoy sólo con mi vida[22]. Porque [v]ivir consiste en conjugar, día tras día, el verbo querer vivir. Únicamente[23]. El querer vivir como desafío, como acto de sabotaje de la vida, interrumpe en esta como gesto político radical.
Así la comunidad resiste en la ambivalencia, al igual que la imagen. Solo es posible hablar de una política de la imagen ambivalente que es capaz de sabotear todo el aparato visual para presentarse y mostrarse sin ambages ni discursos que la politicen. Puesto que en la imagen ya vive una existencia política.

O se dirige al querer vivir. El odio a E (odio libre) se transforma en el querer vivir.
Ahora O y E son un estar-juntos. El retorno a la vida les hace uno.
He clavado una estaca en su único ojo. El querer vivir atraviesa la palabra tautológica dejando un rastro de paradojas muertas. Ya no espera nada ¿porqué lo espera todo?[24]




[1] Film, de Samuel Beckett, fue la primera y única obra cinematográfica del escritor irlandés. Aun realizando serie de televisión e intentos de teatro filmado. Esta es la única que realmente puede considerarse, incluso por el propio artista, bajo esta idea. Como tal, Film fue ideada como una obra visual, donde lo que sobreabunda es la expresión de los objetos para la captación del ojo. Para poder ver la película, en un formato on line, visitar la web del MACBA:
http://www.macba.cat/media/beckett/

[2] Notas extraídas de una conversación de Beckett con su director, el director de fotografía y el productor de Film, en “Sobre Film” recogido en el catálogo editado a propósito del ciclo de cine sobre el autor: Samuel Becket. Obra para cine y televisión, Cortés, D., y Viejo, B., Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2006, pg. 60
[3] López Petit, S. Amar y pensar. El odio de querer vivir, Barcelona, Bellaterra, 2005, p.12
[4] Íbid.12
[5] Poe, E.A.,”El hombre de la multitud” en Narraciones extraordinarias, Madrid, Valdemar, 2004, p. 107. A falta de la traducción de Julio Cortazar hemos usado en su lugar la traducción de Mauro Armiño. El fragmento empleado no distorsiona el original.
[6] Negri, A. y Hardt, M., Multitud, Barcelona, Debate, 2004, p. 129
[7]Íbid. 228
[8] “La banalización más corriente de la comunidad es la llevada a cabo por el discurso legitimador de la democracia”. López Petit, S. Amar y pensar. El odio de querer vivir, Barcelona, Bellaterrra, 2005, p.50.
[9] “Sobre Film” en Samuel Becket. Obra para cine y televisión, Cortés, D., y Viejo, B., Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2006, pg. 60.
[10]Negri, A. y Hardt, M., Multitud, Barcelona, Debate, 2004, p. 133.
[11] “[E]l ser tal que, sea cual sea, importa” Agamben, G., La comunidad que viene, Valencia, Pre- textos, 1996, p. 9.
[12] “Frente a la hipócrita ficción del singular, que en nuestra cultura sirve sólo para garantizar su universal representabilidad, la Badaliya opone una incondicionada posibilidad de sustitución, sin representantes ni representación posibles, una comunidad absolutamente irrepresentable.” Íbid. 21.
[13]“Sobre Film” en Samuel Becket. Obra para cine y televisión, Cortés, D., y Viejo, B., Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2006, pg. 61
[14] “[P]orque todos somos virtualmente homines sacri”. Agamben, G., Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-Textos, 1998, p. 147.
[15] López Petit, S., Amar y pensar. El odio de vivir, Barcelona, Bellaterra, 2005, p. 63
[16] íbid. 23.
[17]Blanchot, M., La comunidad inconfesable, Madrid, Arena, 1989, p. 22
[18]López Petit, S. Amar y pensar. El odio de vivir, Barcelona, Bellaterra, 2005, p. 53
[19] Duras, M., El mal de la muerte, Barcelona, Tusquets,1984, p.23
[20]López Petit, S. Horror Vacui. La travesía de la Noche del Siglo, Madrid, Siglo XXI, 1996, p. 28
[21]“La vida, “mi” vida, más allá de campo de batalla se convierte en lugar de resistencia”. “El sí mismo morada del querer vivir” López Petit, S. El infinito y la nada. El querer vivir como desafío, Barcelona, Bellaterra, 2003, p.164 y 165 correspondientemente.

[22]López Petit, S. Amar y pensar. El odio de vivir, Barcelona, Bellaterra, 2005, p. 49
[23]Íbid.25
[24]Íbid. 88