Mostrando entradas con la etiqueta "La méthode" de Edgar Morin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta "La méthode" de Edgar Morin. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de febrero de 2014

“Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas”



Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas. Johanna Caplliure


“Poème: Il y a sur la nuit trois champignons qui sont la lune. Aussi brusquement que chante le coucou d'une horloge, ils se disposent autrement à minuit  chaque mois. Il y a dans le jardin des fleurs rares qui sont des petits hommes couchés et qui s'éveillent tous les matins. Il y a dans ma chambre obscure une navette lumineuse qui rode, puis deux des aérostats phosphorescents! c'est les reflets  d'un miroir. Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas”. Max Jacob

Nunca se nos ocurre pensar que la naturaleza está dentro de nosotros. Nosotros somos naturaleza activa y reactiva. Tenemos el poder y el contrapoder para hacer de nuestra existencia un acontecimiento único de potencias salvadoras y destructoras, un hecho sin garantes ni héroes en la contienda por dominar las fuerzas de poder. Somos el veneno y el antídoto de nuestros males. Pensamos en departamentos estancos y nunca en la unidad. La evidente falta de una visión holística es la que hace de nuestra vida en la tierra un rompecabezas que está acabando con gran parte de esa unidad que dota de energía nuestras vidas. No obstante, hay que tener cuidado con la euforia de deseo de totalidad: Le tout seul n’est qu’un trou (whole is a hole”)[1]. Las formas de vida emergen y se sumergen en una danza de olas, ondas que no podemos vislumbrar en la inmensidad de la existencia, una vida oceánica siempre a zozobra.

Las necesidades de la naturaleza no toman aquel aguijón que describía Simone Weil para picar la condición desmedida del hombre natural que ambicionaba un trozo de carne o cobijo, ni siquiera el deseo de poseer una existencia hipotecada por un trabajo, una casa o una vida que no nos pertenece – como también argumentaba sobre la opresión voluntaria por habitar el Capital. La púa se ha clavado en la razón e inocula la más despiadada de las formas de deseo: la destrucción por posesión y dominio de la vida. Y todo esto, porque hemos extraviado en el viaje del Progreso el “¿Quién somos?”. Sin esta cuestión en el horizonte se desploma todo sentido y la vida carece de “la naturaleza de la vida”: vivir.

Es bien sabido que el deseo de conocer y dominar la naturaleza haciéndola vasalla del hombre ha ocasionado una pérdida de una visión global del mundo, un desequilibrio entre las fuentes, el consumo y los recursos energéticos, y un extravío del tema crucial: “la naturaleza de la naturaleza”. Puesto que (n)ulle science naturelle n’a voulu connaître son origen culturelle. Nulle science physique n’a voulu reconnaître sa nature humaine[2]. Y lo que ha hallado lugar en los emplazamientos académicos, ha logrado su más doloroso desenlace en las industrias, estados y gobiernos. A saber, la inmunidad a la naturaleza de nuestra naturaleza. En mi cabeza hay una abeja que me susurra- Elle me parle tout bas.[3] Baila. Yo también sé zigzaguear en una danza relacional. Lo llaman “inconsciente social”, “inconsciente colectivo”: las formas de vida emergen y se sumergen y aunque sea en nuestros sueños sabemos cómo aguijar. 

Ahora es la naturaleza, nuestra propia naturaleza, la que sale de nuestros sueños y nos pone en la urgencia de tomar partido en la vida. Preguntémonos qué somos- como lo hace Johan Grimonprez pareciendo escuchar a Schöndinger en un giro hacia el común. Debemos pasar de la convicción de nuestra naturaleza a la acción, luchar por la salvaguarda de un sistema sostenible, un sistema de sistemas, un sistema complejo que sea capaz de crear un equilibrio entre las necesidades naturales y las necesidades humanas.
Si el enigma de la existencia está en la imposibilidad de dictar un futuro concreto, de generar una realidad segura y única y, además, toda pesquisa de expectativa atisbada es la del fin, por qué no trasplantar ideas, cultivar colectividades, acabar con los parásitos y, si nos quedan fuerzas, pecorear el mejor néctar. Estas formas de cuidar el sistema de sistemas ha sido puesto a la luz por ecologistas, naturistas, científicos, activistas, guerrillas gardening, estudiosos de la permacultura, la ecología profunda o la ecología radical, economistas, micologistas o ingenieros y -por qué no-, también, artistas y escritores de ficción.

La importancia del impacto que un pequeño zumbido puede tener en el resto del planeta es la que nos ofrece el trabajo de Johan Grimonprez. El movimiento de cola que produce On Radical Ecology and Tender Gardening es el de un zumbido para disponerse al agenciamiento. Por lo tanto, no hablamos del “efecto mariposa” que rompe la predicción en un aleteo, sino de un agitado movimiento de lance que enjambra a la multitud al margen de los mercados, de los estados, de los organismos e incluso de las creencias que se han asentado como base lógica de nuestras vidas.

On Radical Ecology and Tender Gardening es una “WeTube-o-theque”. Es decir, un banco de conocimiento libre y compartido en el que el saber es compilado desde un nosotros y para un nosotros en Youtube. La selección de material de esta “WeTube-o-theque” por parte de Grimonprez se construye en forma de Vlog bajo seis categorías que fundan las bases de una nueva ecología radical, las vías de sostenibilidad actual y el cuidado de las relaciones hombre/naturaleza: 0.1-Biotecture, 0.2-Guerrilla Gardening, 0.3-Transition World, 0.4-Radical Ecology, 0.5-Off the Grid, 0.6-Education. El material en vídeo procede de diferente factura. Se trata de documentales independientes o para la TV, fragmentos de noticias internacionales, charlas grabadas en simposios o congresos, vídeos piratas, dibujos animados y vídeos de organizaciones ecologistas y activistas. Por lo tanto, se trata de un archivo plural que ofrece una panoplia indiscutible para el conocimiento, el debate y la guerrilla eco.  Además, nos presenta una aprensión múltiple de lo real. Y esto es lo que se puede observar en la confección de una “WeTube-o-theque”: en una operación de multiplicidad de imágenes, de códigos, de saberes y de acciones como posibles y posibles como potencias. La potencia de un nosotros. El emerger y sumergirse de las formas de vida, unas veces manifiestas y otras ocultas, pero siempre en la naturaleza. Se danza en la oscuridad de la colmena. Lo que llamamos “inteligencia del enjambre”, la acción del swarming o la fuerza del anonimato no es otra cosa que una multitud que enjambra en un ruido indescifrable para el aparato dominante. Les agencements sont pasionnels, ce sont des compositions de désir[4]. Esos deseos que nos hacen soñar con una abeja dentro de nuestra cabeza. Sueño de Grimonprez de una trama de red social vinculada a una nueva cultura radical, comprometida con una multiplicidad real y consciente de las atenciones para la supervivencia de un nosotros. En mi cabeza una abeja me habla bajito y me dice que el enjambre descansa en el jardín.



A Silent Forest: The Growing Threat Genetically Engineered Trees (GE/GMO)
Ed Schehl, narrated by Dr. David Suzuki
2011, 45 min 25 sec

Coke & Pepsi Used as Agricultural
Pesticides by India Farmers

Alok Prakash Putul, BBC News
Raipur, India
2006, 56 min







[1] “El todo solo –sin las partes- no es más que un agujero (whole is a hole”)”. E. Morin, La Méthode: La nature de la nature, Paris, Éditions de Seuil, 1981,  p.126.
[2] Puesto que “(n)inguna ciencia natural ha querido conocer su origen cultural. Ninguna ciencia física ha querido reconocer su naturaleza humana”. Ídem, p.11.
[3] “Ella me habla muy bajo”.
[4]  “Los agenciamientos son pasionales, son composiciones de deseo”. Deleuze, G. y Guattari, F., Mille plateaux, Paris, Gallimard, 1980, p.497.

viernes, 24 de enero de 2014

"Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas" (English Version)



Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas. Johanna Caplliure


“Poème: Il y a sur la nuit trois champignons qui sont la lune. Aussi brusquement que chante le coucou d'une horloge, ils se disposent autrement à minuit chaque mois. Il y a dans le jardin des fleurs rares qui sont des petits hommes couchés et qui s'éveillent tous les matins. Il y a dans ma chambre obscure une navette lumineuse qui rode, puis deux des aérostats phosphorescents! c'est les reflets d'un miroir. Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas”. Max Jacob

It never occurs to us to think that nature is inside us. We are active and reactive nature. We have the power and the counter-power to turn our existence into a unique event of saving and destroying potentials, a fact without guarantors or heroes in the struggle to dominate the ruling forces. We are the poison and the antidote for our afflictions. We think in terms of isolated departments, never of the unit. The obvious lack of a holistic view turns our life on Earth into a jigsaw puzzle, and this is putting an end to a large part of that unit which provides energy to our lives. However, we have to be careful with the euphoria of desiring the whole: Le tout seul n’est qu’un trou (whole is a hole).[1] Life forms emerge and submerge in a dance of waves we cannot discern within the immensity of existence, an ocean life that is always foundering.

Nature’s needs do not use the sting described by Simone Weil to bite the excessive condition of the natural man, whose ambition was to find shelter or a piece of meat, not even the desire to have an existence that is mortgaged by a job, a home or a life that does not belong to us, as she also argued on the voluntary oppression to inhabit the Capital. The thorn has been driven into reason and it inoculates the most heartless form of desire—destruction in order to achieve possession and control over life. All this because, along the journey of Progress, we have lost sight of the question “who are we?” Without this question on the horizon, all meaning collapses and life lacks “the nature of life”: to live.

It is well established that the desire to know and dominate nature through turning it into man’s vassal, has led to the loss of a global vision of the world, to an unbalance between the sources, the consumption and the resources of energy, and to a deviation from the crucial issue: “the nature of nature”. Because (n)ulle science naturelle n’a voulu connaître son origine culturelle. Nulle science physique n’a voulu reconnaître sa nature humaine[2]. What has found a place within academic settings, has met its most painful outcome in the industries, states and governments, namely, the immunity to the nature of our nature. There is a bee whispering in my head - Elle me parle tout bas.[3] It dances. I, too, know how to zigzag in a relational dance. They call it “social subconscious”, “collective subconscious”: life forms emerge and submerge, and, even if it is in our dreams, we know how to sting.

Now it’s nature—our own nature—that comes out of our dreams and puts us in the urgency of taking a stand in life. Let’s wonder what we are, like Johan Grimonprez does, as if listening to Schöndinger with a turn towards the common. We must go from the certitude of our nature into action, fight for safeguarding a sustainable system, a system of systems, a complex system that is capable of striking a balance between the natural needs and the human needs.

If the enigma of existence lies in the impossibility of dictating a specific future, of generating one single, safe reality, and if any inquiry into a glimpsed expectation is that of the end, then, why not transplant ideas, cultivate communities, get rid of parasites and, if we still have the strength, gather the best nectar. These ways of caring for the system of systems have been brought to light by environmentalists, naturists, scientists, activists, gardening guerrillas, scholars of permaculture, of deep ecology or radical ecology, economists, mycologists or engineers—why not—as well as artists and fiction writers.

The importance of the impact a soft buzzing can have on the rest of the planet is what the work of Johan Grimonprez offers us. The tail movement produced by On Radical Ecology and Tender Gardening is that of a buzzing readying for assemblage. Therefore, we are not talking of the “butterfly effect” that shatters predictions with a flap of the wings, but of an agitated movement that swarms the multitude outside markets, states, institutions, and even the beliefs which have been laid down as the logical basis for our lives.

On Radical Ecology and Tender Gardening is a “WeTube-o-theque”. In other words, it is a free, shared bank of knowledge, where knowledge is compiled by a ‘we’ and for a ‘we’ in Youtube. Grimonprez’s selection of materials in this “WeTube-o-theque” is constructed in the form of a Vlog, with six categories that establish the base for a new radical ecology, for current ways of sustainability and for caring for the man/nature relationships: 0.1-Biotecture, 0.2-Guerrilla Gardening, 0.3-Transition World, 0.4-Radical Ecology, 0.5-Off the Grid, 0.6-Education. The video material comes from different sources. They are independent or TV documentaries, fragments of international news, talks recorded at symposia or conferences, animated cartoons and videos from environmental and activist organisations. Therefore, it is a plural archive offering an irrefutable panoply of information for knowledge, debate and eco-guerrilla. Furthermore, it offers a multiple apprehension of the real. And this is what can be found in the construction of a “WeTube-o-theque”, an operation involving a multiplicity of images, codes, knowledge and actions as possibilities, and possibilities as powers. The power of a ‘we’. The emerging and submerging of life forms, sometimes manifest and sometimes hidden, but always in nature. There is dancing in the darkness of the beehive. What we call “swarm intelligence”, the action of swarming or the strength of anonymity is nothing other than a multitude swarming with a noise that is undecipherable for the ruling apparatus. Les agencements sont pasionnels, ce sont des compositions de désir[4]. Desires that make us dream of a bee inside our head. Grimonprez’s dream of a social network fabric linked to a new radical culture, committed to a real, conscious multiplicity of the attentions for the survival of a ‘we’. Inside my head, a bee whispers to me and tells me that the swarm is relaxing in the garden.


Buckminster Fuller
on 'Spaceship Earth':
Everything I Know Sessions

Philadelphia, USA
1975, 2 min

In the Open: Art & Architecture
in Public Spaces — Deborah Gans
& Matthew Coolidge

BOMBLive!
2010, 4 min 25 sec



[1] “The whole by itself, without its parts, is nothing but a hole (whole is a hole)”. E. Morin, La Méthode: La nature de la nature, Paris, Éditions de Seuil, 1981, p.126.
[2] Since “no natural science has ever wanted to know its cultural origin. No physical science has ever wanted to admit its human nature”. Ibid, p.11.
[3] “It speaks to me very softly”.
[4]  “Assemblages are passionate, they are compositions of desire”. Deleuze, G. and Guattari, F., Mille plateaux, Paris, Gallimard, 1980, p.497.







jueves, 23 de enero de 2014

Appealing to Morin´s moan. Life without life. (English Version)




Appealing to Morin´s moan. Life without life.
Johanna Caplliure
« L’inclusion du vivant dans l’humain et de l’humain dans le vivant nous permet de concevoir la notion de vie dans sa plénitude ».
Edgar Morin, La méthode. La vie de la vie.

The permanent moan of thinkers, researchers, as well as activists and artists becomes a litany of dirges inspired by the loss of life.  Life has vanished from the agendas as far as praxis and scientific research policies are concerned.  Studies pursue to excel in technological sophistication and hi-tech prophylaxis of the human being, but altogether forgetting human kind is the very object and subject of those studies.  It seems that is the overuse of the microscope that provokes certain shortsightedness while the stereoscope causes a latent far-sightedness (hypermetria).  Without being completely blind, both could account for the evil of science, a thorough destruction of peripheral observation over matters related to intercommunication among sciences.  Microscopic observation invites us to live in a world of helicoidal objects while the telescopic one attracts nebulae of a blinding light. Among objects of infinite beauty, science loses its essence: life itself.
Those thinkers that moan about the loss of a life, long that a multiple dimension catalyst be discovered inside the moan, thus opening new approaches to research into the living.  Science would then be evolving and making continual progress and change towards humankind.  This irreparable loss of the living as the object of study and focus of action is of paramount interest in the works of Tania Blanco. Thus, l´enjeux in her works depicts life returning throughout a science which focuses on humankind, taking into account the cultural aspects and the fact of being a living entity.  An ecological science, or eco-science that s to say, and ecological system that shapes the “ecumene humano” or potentially inhabitable world between the macro and the micro, the cultural and the natural, between the animal, vegetal, mineral and the human, between science and the critics.  Therefore the eco-science that T.Blanco suggests brings with it a vision of a renewed awareness. A “science with awareness” resonates the echo of Edgar Morin´s voice.


The science with awareness that Tania Blanco claims self sustains itself and is totally aware of the living.  In her paintings she raises the alarm and renovation is openly encouraged.  I can feel it day in, day out, the way she explores her work, which seems subject to the realm of biomedical studies.  And so, life presents itself as a constant threat but also as a permanent promise of salvation cited in a laboratory.  We give in to the narration of science.  The epic narratives do not have Greek heroes as the main characters that fight against monsters.  Now the war is waged against microbiological agents who lead to a confrontation that the human being always ends up losing.  Science becomes a tool to neutralize the threat and to carry out the pledge.  Nevertheless, hopes and fears lying in biomedical technology do not seem to put our future at ease.
The techno-science that has been developed to cover man´s needs and supply markets seems to bring changes closer.  However it is a trick that leads to a weakening of the living.  Criticism to the abandonment of a more humane practice represents one of the main pillars of our artist´s works, which is one of her most recognizable points.  In fact, the human figures that appear in Tania Blanco´s works become place and tool to depict techno-science, the studies of laboratories undergoing genetics engineering, the marketing of pharmaceutical companies, the ownership of both telluric and bodily terrains as well as fears and individual and collective longings.  Blanco´s concerns are coincident with those of Donna Haraway´s or Judy Wajcman, or Lynn Randolph´s works about the Oncomouse®, the first animal patented by Harvard University to study breast cancer.  Therefore, "any interesting creature inside techno-science such us a textbook- a molecule, an equation, a mouse, a pippet, a pump, a fungus, a technician, an agitator or a scientist may and should sometimes be openly torn to shreds in order to display the sticky strings with which they spin their tissues"[1].  And this is depicted in her paintings, a team of cloned analysts, a lab technician, a fake epithelial cell or the woman who is inoculated by a hummingbird created by technologists, with a critical mind, an eco-spirit and a science in action.  Tania Blanco carries out an autopsy on the complex framework of science, its practices and its solutions that warn us against an undesirable development if we abandon life within life.


[1]   Haraway, Donna J. Testigo-Modesto@.Segundo-Milenio. HombreHembra _Conoce_Oncoraton. Feminismo y tecnociencia. Barcelona, UOC, 2004, p. 88

sábado, 28 de septiembre de 2013

La vida sin vida

Royal Grey Suite, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro


 Texto publicado en el número 78: La llum de l'evolució. Aplicacions biotecnològiques de la teoria evolutiva de la revista Mètode. Revista de Difusió de la Investigació, UV, Verano 2013.


Apelar al lamento de Morin: la vida sin vida.

« L’inclusion du vivant dans l’humain et de l’humain dans le vivant nous permet de concevoir la notion de vie dans sa plénitude »
Edgar Morin, La méthode. La vie de la vie.

El permanente lamento de pensadores, investigadores, activistas y artistas se convierte en letanía de duelo por la pérdida de la vida. La vida se ha desvanecido de las agendas en las prácticas y políticas de investigación científica. Los estudios se cubren de “excelencias”, sofisticación tecnológica y depurada profilaxis de lo humano, olvidando por completo que el objeto y sujeto de estudio es él mismo. El abuso del empleo del microscopio parece conllevar una cierta miopía, mientras que la del estereoscopio una latente hipermetropía. Sin llegar a la ceguera, ambas pueden elucidar el mal de la ciencia, la destrucción total de la visión periférica en los asuntos de las intercomunicaciones de las ciencias. La visión microscópica invita a la convivencia con un mundo de objetos helicoidales, mientras que la telescópica atrae una nebulosa de energía luminosa. Entre objetos de belleza infinita la ciencia pierde lo decisivo: la vida.
Los pensadores que lamentan la pérdida de la vida anhelan que en su queja también se halle un catalizador de dimensiones múltiples que abra la investigación a lo vivo. Y por lo tanto, se trate de rozar una ciencia que esté en continuo progreso y cambio hacia lo humano. Esta pérdida irreparable de lo vivo como objeto de estudio y centro de acción es la máxima preocupación en el trabajo de Tania Blanco. Así, l’enjeux en su obra es el retorno de la vida a través de una ciencia integrada en lo humano, en lo cultural, en lo vivo. Una ciencia ecológica o mejor dicho una eco-ciencia. O sea, un sistema ecológico que conforme el terreno de lo vivo, el ecúmene humano, es decir, el "mundo potencialmente habitable” entre lo micro y lo macro, entre lo cultural y lo natural, entre lo animal, vegetal, mineral y humano, entre la ciencia y la crítica. Por consiguiente, la eco-ciencia que nos inspira Blanco aporta la visión de una toma de conciencia renovada. Una ciencia con conciencia -vuelve a resonar los ecos de la voz de Edgar Morin.

La ciencia consciente que reclama Tania Blanco pretende inclinarse hacia un autosostenimiento y autoconocimiento de lo vivo. En sus pinturas se recobra el grito de alarma y el aliento de renovación. Lo vivo hoy día, como explora su trabajo, parece sujeto al ámbito de los estudios biomédicos. Y es así como la vida se nos presenta en una constante amenaza, pero también como una permanente promesa de salvación sita en un laboratorio. Nos rendimos a la narración de la ciencia. Las narrativas épicas ya no poseen como protagonistas a héroes griegos  que luchan contra seres monstruosos, sino que ahora las batallas se lidian entre agentes microbiológicos cuya afrenta siempre conlleva un destino fatal para el ser humano. La ciencia se convierte en la experticia práctica de esta amenaza y de esta promesa. No obstante, las esperanzas y temores yacientes en la tecnología biomédica no parece alejarnos de una inquietud por nuestro futuro.

Pearl Nurse, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro

La tecnociencia engendrada en las necesidades del hombre y del mercado parece acercarse al cambio y, sin embargo, es un ardid que hace más fuerte el agotamiento de lo vivo. La crítica al abandono de una práctica humanizadora es uno de los puntales de las obras de nuestra artista. De hecho, las figuras humanas que aparecen en la obra de Tania Blanco devienen lugar y herramienta para la figuración de la tecnociencia, los estudios de laboratorios genetistas, la mercantilización de las empresas farmacéuticas, la propiedad de los terrenos tanto telúricos como corporales, así como los miedos e ilusiones individuales y colectivos. Las preocupaciones de Blanco coinciden con las de Donna Haraway o Judy Wajcman, o la obra de Lynn Randolph sobre el Oncoratón®, primer animal patentado por la Universidad de Harvard para estudiar el cáncer de mama. De ahí que “[c]ualquier ser interesante dentro de la tecnociencia –como un libro de texto, una molécula, una ecuación, un ratón, una pipeta, una bomba, un hongo, una persona técnica, agitadora o científica- puede, y a veces debería, ser abiertamente desmenuzado para mostrar los pegajosos hilos económicos, técnicos, políticos, orgánicos, históricos, míticos y textuales con que crean sus tejidos”[1]. Y así lo demuestran sus pinturas en lo que podría ser un grupo de analistas clonados, una técnico de laboratorio, unas células epiteliales ficticias o la mujer que es inoculada por un colibrí producto de la tecnociencia. Con una mente crítica, un espíritu eco y una ciencia en acción, Tania Blanco disecciona el complejo entramado de la ciencia en sus estudios, sus prácticas y sus soluciones advirtiéndonos del desarrollo pernicioso si abandonamos la vida de la vida.


[1] Haraway, Donna J. Testigo-Modesto@.Segundo-Milenio. HombreHembra _Conoce_Oncoraton. Feminismo y tecnociencia. Barcelona, UOC, 2004, p. 88



Cell Maid, 2010,Acrílico sobre tela, 65cm de diámetro