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miércoles, 30 de julio de 2014

El círculo. Entrevista a Tania Blanco

El círculo. Entrevista a Tania Blanco.

20 de diciembre de 2013. En una casa de campo a las afueras de Valencia, me reúno con Tania Blanco para filmar una conversación centrada en su trabajo y en una de sus últimas piezas: “Unexpected Documents in a Waiting Room”. En el transcurso de la grabación un extraño acontecimiento hace que las imágenes se pierdan y solo conservemos la parte del audio al grabarlo por separado. Además, la incesante batida de aviones que sobrevuelan el cielo derramando un líquido desconocido hace que paremos la filmación. De aquel día, hemos podido recuperar esta parte de la conversación en la que el sonido de los aviones no afectaron su contenido.

Buenos días, Tania.

En primer lugar quería agradecerte que hayas aceptado esta invitación en una mañana fresca en la que ha comenzado el invierno. Y también darte las gracias por concederme este momento para hablar de tu trabajo, que hace tiempo que sigo y del que me apetecía que tuviésemos un espacio para hablar sosegadamente, aunque es paradójico puesto que te he sacado prácticamente del taller en el que estás produciendo el trabajo seleccionado en Caja Madrid, exactamente dentro de la convocatoria de Generaciones 2014.
Además quería aprovechar que estos días he estado leyendo un texto de Harold Fast, el escritor de ciencia-ficción y de relato histórico, para retomar algunas ideas que se van desarrollando en el texto y que considero que son cuestiones que se pueden ver a lo largo de todo tu trabajo y que, también, creo que sería un buen motivo para que comenzáramos esta pequeña conversación.

Tania Blanco:
Buenos días, Johanna. Lo primero de todo, querría agradecerte el interés que has mostrado por este proyecto y por trabajos previos que he realizado. De hecho, escribiste un texto magnífico bajo el título “Apelar al lamento de Morin: la vida sin vida” que me parece que analiza bien el cuerpo de mi trabajo anterior.
Retomando tu planteamiento para analizar “Documentos inesperados en una sala de espera” a partir del relato de “El aro”, me parece muy acertado para examinar lo que está sucediendo a nivel global y que repercute a nivel social en todos los aspectos de nuestras vidas; y por ello, creo que es una elección muy interesante.

J.C.: De hecho, si me permites hacer un inciso, me gustaría contextualizar el relato y que podamos ver cómo se asocia la historia que cuenta Fast y las reflexiones que tú desarrollas tanto en tu trabajo; es decir, en el corpus, en tus reflexiones, en esa “ciencia con conciencia” de la que habla Edgard Morin y que hemos comentado en otras ocasiones y que, de alguna manera, estaría enlazando, abrazando todas las cuestiones que tu trabajas. Pero, también, por supuesto, con tu posicionamiento vital, no solamente como artista sino como persona y como ciudadana.

El relato de Fast, “El aro”, toma como personaje a un físico que creando un aparataje en forma de aro que sin saber muy bien su fin, algo que sucede con la creación y con la ciencia, abre otra dimensión, un vacío en el que cualquier objeto que traspasa el aro desaparece sin saber bien dónde va a llegar. En las agendas políticas está pendiente el tema de la ecología y hacer desaparecer el detritus, la basura. Conocedores de la creación del científico, ven en el aro la forma de limpiar la tierra. Lo que comienza como una elección del gobernante de la ciudad de NY va pasando nación tras nación: desde los moscovitas a los chinos. Acabando casi en una guerra de naciones por tener en su poder la máquina. El físico, por su parte queda despegado de su creación sin poder realmente hacer uso de su “recurso” y sin conocer la dimensión a la que va a parar todo el detritus, planteándose cuestiones de índole ética: ¿qué es esa dimensión abierta? ¿a dónde va a parar la basura?
Por último, y en forma de spoiler, acaba abriéndose una grieta en Wall Street. Algo muy significativo, puesto que el relato es del año 71-72. De la grieta comienza a exudar todo el detritus de todas las naciones. La basura acaba allí, apestando La Bolsa.

Entonces, observamos los tres pilares en los que se sostiene el relato: una ciencia cuya repercusión no conocemos, gobiernos en cuyas agendas se presenta una supuesta conciencia ecológica y un mal uso de la tecnociencia, y, por último, la vertiente económica unida a las dos anteriores bajo el círculo del poder.
Tania, estos mismos pilares están presenten en tu trabajo: cómo has investigado los mecanismo de poder militares… [la conversación comienza a interrumpirse por el acusado ruido que produce un avión que sobre-vuela nuestras cabezas. Incluso paramos un instante para bromear sobre la posibilidad de que sean drones. Seguimos]… los mecanismos científicos y la tecnociencia, y, evidentemente, los intereses económicos envueltos en empresas farmacéuticas, alimenticias, de recursos energéticos. En fin, tres pilares que se vuelcan en el poder y que me gustaría que fueras capaz de ilustrarnos mediante este hilo en tu trabajo de investigación y creación.

T.B: Efectivamente es una metáfora de ese uso irracional que se hace del avance o supuesto progreso tecnológico por el que en definitiva se mide o se toman decisiones sin pensar en el impacto medioambiental que van a tener. De hecho, la manera en la que se trabaja con la ciencia se basa en indicadores puramente económicos. En este caso, en el relato de Fast, las naciones tienen un problema con esos deshechos producidos por el avance tecnológico: deshechos electrónicos, deshechos orgánicos, deshechos químicos… Es decir, toda la industrialización desmedida en la que se produce sin pensar que vivimos en un planeta que es finito y que, por lo tanto, no cabe su explotación infinita, ni crecer desproporcionadamente puesto que los recursos son limitados. El personaje del científico juega un papel decisivo: plantea una solución inmediata al problema de los gobiernos, pero también cuestiona los resultados del aro y advierte de la precaución de su uso. El invento da solución a las fuerzas gubernamentales que quedan encantadas al ver desaparecer todo sin plantearse cuál será su destino. Al final la tierra no aguanta esconder tanta basura y lo expulsa todo. Es una genial metáfora de la solución actual en la que por mucho que se inventen recursos para afrontar la contaminación, en realidad no son más que parches. Puesto que la solución implica un freno sustancial en la invasión que estamos realizando sobre la tierra. Se trata de la prepotencia, el abuso de poder de los gobiernos que está poniendo en juego la supervivencia de todos.
J.C.: De hecho, tú no te amordazas, no enmudeces. Estoy recordando una pieza en la que das nombres, exactamente de algunas empresas contaminantes. Hablo de ese maravilloso tondo en el que aparece una figura estelar compuesta por pequeñas estrellas que son esas empresas tóxicas (ECLIPSES: Toxic progress gallaxy and 25 air polluters. 2012). Allí estás dando nombres.

T.B.: Sí, empresas petroleras, de la industria farmacéutica, armamentística, de comunicaciones,… Son las 25 empresas más contaminantes del mundo. Existe un listado de las 100 compañías más contaminantes y de ese listado yo he seleccionado 25 de ellas. Y, por supuesto, creo que hay que darles nombres. Hay unos responsables detrás de esas empresas y desgraciadamente podríamos hacer innumerables cuadros con estos nombres. [De nuevo, los aviones ensordecen la conversación y dejamos de escuchar la voz de Tania por unos segundos] Desgraciadamente no conocemos los nombres de estos, pero ellos son responsables y tienen nombres y caras.

J.C.: Bueno, en tu obra también encontramos muchas caras. Tampoco te has cortado a la hora de pintar a Obama y a otras figuras de lo que podríamos llamar política internacional (como en Food rules, 2013). Y, si no son rostros conocidos, al menos también tenemos aquella representación de, como un día otro artista observó, “una mujer bella con un monstruo en su interior” (Strategies 101 Installation I, 2011). A saber, una bella militar que se va deformando hasta convertirse en algo monstruoso.
De alguna manera, así sería la sociedad. Es decir, lo artificial de un producto cosmético que vamos desarrollando pero con toda la suciedad por debajo. Como el manido: “esconder debajo de la alfombra”. O, como en el relato de Fast, esconderlo todo dentro del aro.

Ahora, me gustaría volver a esos tres pilares que hemos comentado hace un momento en la creación de tu último trabajo para Generaciones 2014 en Caja Madrid. Unos documentos inesperados en una especie de sala de espera. Quizás una sala médica. ¿Qué podríamos encontrarnos? Yo imagino que unas sillas y unas revistas o periódicos con los que acomodar la espera. Cuéntame qué es lo que vas a llevar a Madrid.

T. B.: Efectivamente, es la recreación de una sala de espera, de una espera inquieta, incómoda porque no sabes qué te va contar el médico. Sí, quizás recree mejor la sala de espera clínica que cualquier otra. Recrea ese momento psicológico de tensión o tal vez tedio puesto que hay que esperar muchas horas y generalmente nos encontramos con revistas de banalidades, de distracción, lo más superficiales posibles como es la prensa rosa. A veces, algún National Geographic para los maridos.

J.C.: También de decoración, deportes y, muy importante, las de cotilleos.

T.B.: Sí, las de cotilleo también. Entonces, el proyecto trata de invertir esos contenidos. Es decir, recrea las publicaciones alterando los contenidos habituales que nos encontraríamos. Son recreaciones cerámicas, lo cual impide acceder al contenido del volumen. Y, a veces, estas representaciones utilizan los mismos códigos de este tipo de prensa donde el texto cobra mucha fuerza. En algunas ocasiones puedo utilizar el mismo tipo de imagen visual que podríamos encontrar en una revista de prensa rosa, pero altero el contenido, los titulares, los artículos destacados en portada,…Y otras veces, cambio las imágenes. Por ejemplo, en el diario Marca que te encontrarías en portada a un futbolista la imagen se invierte; en estas piezas puede estar representado un político jugando con un balón y al mismo tiempo utilizando un titular de política internacional que sería imposible en el periódico Marca y que cuestiona la destrucción del tejido social a través de las políticas económicas neoliberales.

J.C.: Esos documentos inesperados que se puede encontrar el visitante en esta sala de espera son contenidos inesperados por el lugar en el que se colocan, no porque sean ficticios. Además de los ejemplos que nos has dado, ¿qué tipo de contenido inesperado vamos a leer en esa publicación cerámica?

T.B.: Pues se trata de un cuestionamiento constante de lo que los medios de comunicación inoculan en la sociedad. Existe una serie de postulados o concepciones sobre la vida, sobre los objetivos vitales que debe tener una familia o un individuo, o sobre cuestiones en torno a política económica en los que de alguna manera los medios sientan cátedra. También, un cierto caos informativo, satura al espectador con una serie de conceptos para que de algún modo se conforme una serie de compartimentos de los modos de pensar de la gente. Es decir, anulan su libertad y su capacidad crítica. Y, entonces, estos “documentos” de la exposición lo que pretenden es invertir esos esquemas cerrados que nos lanzan y, así, cuestionar esos planteamientos.
Trato múltiples temas. Me baso fundamentalmente en múltiples fuentes de información que no siguen los canales oficiales como páginas o periódicos digitales independientes que no poseen la capacidad de difusión y alcance que un medio oficial. También, utilizo blogs independientes en los que se expone documentación oficial, pero que por lo general no se da a conocer en estos medios. Por lo tanto, hay un importante trabajo de investigación, recopilación y selección de esta información. Con ello, lo que quiero recalcar es que no existe una verdad absoluta. Yo planteo la pregunta y recojo estas informaciones que habitualmente no encontramos al alcance en los medios de difusión masiva y la sitúo donde actualmente es imposible hallarla. A una información virtual, además le doy un soporte material y físico tan rudimentario como es el barro cocido.
[El cielo comienza a cubrirse de haces de gas, humo. Líneas que se cruzan efectuadas por el vuelo de los aviones].
J. C.: Para finalizar, me gustaría recoger un concepto que Álvaro de los Ángeles, buen compañero, escribió sobre tu obra. Me refiero a una noción con la que definía tu trabajo  como una “nuevapinturadocumental”. Además, considero que ese concepto analizaría muy bien tu último trabajo al verse atravesado por un cuarto poder- un cuarto pilar- que sería el de los medios de comunicación, a partir de los periódicos o las revistas.

T.B.: Como reflexión concluyente, podríamos decir que los medios de comunicación no poseen la verdad absoluta y que en ocasiones recrean acontecimientos o situaciones. Es decir, fuerzan y manipulan la realidad que nos rodea, incluso la inventan para incidir sobre la opinión pública diseñándola según las conveniencias de aquellos que tienen el poder de esos medios de comunicación y que tienen unos intereses por encima de las necesidades sociales y medioambientales.

J.C.: Bueno, simplemente quería darte las gracias de nuevo, la enhorabuena por tu trabajo y por la selección en Generaciones. Y espero que podamos continuar disfrutando de ello en la exposición en Madrid durante los próximos meses. Gracias, Tania.

T.B.: Gracias a ti, Johanna.

[Aunque la entrevista ha acabado, seguimos comentando algunos de los matices de la exposición. Parece que los aviones han dejado de pasar por esta zona. Observamos el cielo y este se ve tamizado por una gran nube gris que oscurece la escena. Decidimos volver a la ciudad.]



sábado, 1 de febrero de 2014

“Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas”



Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas. Johanna Caplliure


“Poème: Il y a sur la nuit trois champignons qui sont la lune. Aussi brusquement que chante le coucou d'une horloge, ils se disposent autrement à minuit  chaque mois. Il y a dans le jardin des fleurs rares qui sont des petits hommes couchés et qui s'éveillent tous les matins. Il y a dans ma chambre obscure une navette lumineuse qui rode, puis deux des aérostats phosphorescents! c'est les reflets  d'un miroir. Il y a dans ma tête une abeille qui parle bas”. Max Jacob

Nunca se nos ocurre pensar que la naturaleza está dentro de nosotros. Nosotros somos naturaleza activa y reactiva. Tenemos el poder y el contrapoder para hacer de nuestra existencia un acontecimiento único de potencias salvadoras y destructoras, un hecho sin garantes ni héroes en la contienda por dominar las fuerzas de poder. Somos el veneno y el antídoto de nuestros males. Pensamos en departamentos estancos y nunca en la unidad. La evidente falta de una visión holística es la que hace de nuestra vida en la tierra un rompecabezas que está acabando con gran parte de esa unidad que dota de energía nuestras vidas. No obstante, hay que tener cuidado con la euforia de deseo de totalidad: Le tout seul n’est qu’un trou (whole is a hole”)[1]. Las formas de vida emergen y se sumergen en una danza de olas, ondas que no podemos vislumbrar en la inmensidad de la existencia, una vida oceánica siempre a zozobra.

Las necesidades de la naturaleza no toman aquel aguijón que describía Simone Weil para picar la condición desmedida del hombre natural que ambicionaba un trozo de carne o cobijo, ni siquiera el deseo de poseer una existencia hipotecada por un trabajo, una casa o una vida que no nos pertenece – como también argumentaba sobre la opresión voluntaria por habitar el Capital. La púa se ha clavado en la razón e inocula la más despiadada de las formas de deseo: la destrucción por posesión y dominio de la vida. Y todo esto, porque hemos extraviado en el viaje del Progreso el “¿Quién somos?”. Sin esta cuestión en el horizonte se desploma todo sentido y la vida carece de “la naturaleza de la vida”: vivir.

Es bien sabido que el deseo de conocer y dominar la naturaleza haciéndola vasalla del hombre ha ocasionado una pérdida de una visión global del mundo, un desequilibrio entre las fuentes, el consumo y los recursos energéticos, y un extravío del tema crucial: “la naturaleza de la naturaleza”. Puesto que (n)ulle science naturelle n’a voulu connaître son origen culturelle. Nulle science physique n’a voulu reconnaître sa nature humaine[2]. Y lo que ha hallado lugar en los emplazamientos académicos, ha logrado su más doloroso desenlace en las industrias, estados y gobiernos. A saber, la inmunidad a la naturaleza de nuestra naturaleza. En mi cabeza hay una abeja que me susurra- Elle me parle tout bas.[3] Baila. Yo también sé zigzaguear en una danza relacional. Lo llaman “inconsciente social”, “inconsciente colectivo”: las formas de vida emergen y se sumergen y aunque sea en nuestros sueños sabemos cómo aguijar. 

Ahora es la naturaleza, nuestra propia naturaleza, la que sale de nuestros sueños y nos pone en la urgencia de tomar partido en la vida. Preguntémonos qué somos- como lo hace Johan Grimonprez pareciendo escuchar a Schöndinger en un giro hacia el común. Debemos pasar de la convicción de nuestra naturaleza a la acción, luchar por la salvaguarda de un sistema sostenible, un sistema de sistemas, un sistema complejo que sea capaz de crear un equilibrio entre las necesidades naturales y las necesidades humanas.
Si el enigma de la existencia está en la imposibilidad de dictar un futuro concreto, de generar una realidad segura y única y, además, toda pesquisa de expectativa atisbada es la del fin, por qué no trasplantar ideas, cultivar colectividades, acabar con los parásitos y, si nos quedan fuerzas, pecorear el mejor néctar. Estas formas de cuidar el sistema de sistemas ha sido puesto a la luz por ecologistas, naturistas, científicos, activistas, guerrillas gardening, estudiosos de la permacultura, la ecología profunda o la ecología radical, economistas, micologistas o ingenieros y -por qué no-, también, artistas y escritores de ficción.

La importancia del impacto que un pequeño zumbido puede tener en el resto del planeta es la que nos ofrece el trabajo de Johan Grimonprez. El movimiento de cola que produce On Radical Ecology and Tender Gardening es el de un zumbido para disponerse al agenciamiento. Por lo tanto, no hablamos del “efecto mariposa” que rompe la predicción en un aleteo, sino de un agitado movimiento de lance que enjambra a la multitud al margen de los mercados, de los estados, de los organismos e incluso de las creencias que se han asentado como base lógica de nuestras vidas.

On Radical Ecology and Tender Gardening es una “WeTube-o-theque”. Es decir, un banco de conocimiento libre y compartido en el que el saber es compilado desde un nosotros y para un nosotros en Youtube. La selección de material de esta “WeTube-o-theque” por parte de Grimonprez se construye en forma de Vlog bajo seis categorías que fundan las bases de una nueva ecología radical, las vías de sostenibilidad actual y el cuidado de las relaciones hombre/naturaleza: 0.1-Biotecture, 0.2-Guerrilla Gardening, 0.3-Transition World, 0.4-Radical Ecology, 0.5-Off the Grid, 0.6-Education. El material en vídeo procede de diferente factura. Se trata de documentales independientes o para la TV, fragmentos de noticias internacionales, charlas grabadas en simposios o congresos, vídeos piratas, dibujos animados y vídeos de organizaciones ecologistas y activistas. Por lo tanto, se trata de un archivo plural que ofrece una panoplia indiscutible para el conocimiento, el debate y la guerrilla eco.  Además, nos presenta una aprensión múltiple de lo real. Y esto es lo que se puede observar en la confección de una “WeTube-o-theque”: en una operación de multiplicidad de imágenes, de códigos, de saberes y de acciones como posibles y posibles como potencias. La potencia de un nosotros. El emerger y sumergirse de las formas de vida, unas veces manifiestas y otras ocultas, pero siempre en la naturaleza. Se danza en la oscuridad de la colmena. Lo que llamamos “inteligencia del enjambre”, la acción del swarming o la fuerza del anonimato no es otra cosa que una multitud que enjambra en un ruido indescifrable para el aparato dominante. Les agencements sont pasionnels, ce sont des compositions de désir[4]. Esos deseos que nos hacen soñar con una abeja dentro de nuestra cabeza. Sueño de Grimonprez de una trama de red social vinculada a una nueva cultura radical, comprometida con una multiplicidad real y consciente de las atenciones para la supervivencia de un nosotros. En mi cabeza una abeja me habla bajito y me dice que el enjambre descansa en el jardín.



A Silent Forest: The Growing Threat Genetically Engineered Trees (GE/GMO)
Ed Schehl, narrated by Dr. David Suzuki
2011, 45 min 25 sec

Coke & Pepsi Used as Agricultural
Pesticides by India Farmers

Alok Prakash Putul, BBC News
Raipur, India
2006, 56 min







[1] “El todo solo –sin las partes- no es más que un agujero (whole is a hole”)”. E. Morin, La Méthode: La nature de la nature, Paris, Éditions de Seuil, 1981,  p.126.
[2] Puesto que “(n)inguna ciencia natural ha querido conocer su origen cultural. Ninguna ciencia física ha querido reconocer su naturaleza humana”. Ídem, p.11.
[3] “Ella me habla muy bajo”.
[4]  “Los agenciamientos son pasionales, son composiciones de deseo”. Deleuze, G. y Guattari, F., Mille plateaux, Paris, Gallimard, 1980, p.497.

sábado, 28 de septiembre de 2013

La vida sin vida

Royal Grey Suite, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro


 Texto publicado en el número 78: La llum de l'evolució. Aplicacions biotecnològiques de la teoria evolutiva de la revista Mètode. Revista de Difusió de la Investigació, UV, Verano 2013.


Apelar al lamento de Morin: la vida sin vida.

« L’inclusion du vivant dans l’humain et de l’humain dans le vivant nous permet de concevoir la notion de vie dans sa plénitude »
Edgar Morin, La méthode. La vie de la vie.

El permanente lamento de pensadores, investigadores, activistas y artistas se convierte en letanía de duelo por la pérdida de la vida. La vida se ha desvanecido de las agendas en las prácticas y políticas de investigación científica. Los estudios se cubren de “excelencias”, sofisticación tecnológica y depurada profilaxis de lo humano, olvidando por completo que el objeto y sujeto de estudio es él mismo. El abuso del empleo del microscopio parece conllevar una cierta miopía, mientras que la del estereoscopio una latente hipermetropía. Sin llegar a la ceguera, ambas pueden elucidar el mal de la ciencia, la destrucción total de la visión periférica en los asuntos de las intercomunicaciones de las ciencias. La visión microscópica invita a la convivencia con un mundo de objetos helicoidales, mientras que la telescópica atrae una nebulosa de energía luminosa. Entre objetos de belleza infinita la ciencia pierde lo decisivo: la vida.
Los pensadores que lamentan la pérdida de la vida anhelan que en su queja también se halle un catalizador de dimensiones múltiples que abra la investigación a lo vivo. Y por lo tanto, se trate de rozar una ciencia que esté en continuo progreso y cambio hacia lo humano. Esta pérdida irreparable de lo vivo como objeto de estudio y centro de acción es la máxima preocupación en el trabajo de Tania Blanco. Así, l’enjeux en su obra es el retorno de la vida a través de una ciencia integrada en lo humano, en lo cultural, en lo vivo. Una ciencia ecológica o mejor dicho una eco-ciencia. O sea, un sistema ecológico que conforme el terreno de lo vivo, el ecúmene humano, es decir, el "mundo potencialmente habitable” entre lo micro y lo macro, entre lo cultural y lo natural, entre lo animal, vegetal, mineral y humano, entre la ciencia y la crítica. Por consiguiente, la eco-ciencia que nos inspira Blanco aporta la visión de una toma de conciencia renovada. Una ciencia con conciencia -vuelve a resonar los ecos de la voz de Edgar Morin.

La ciencia consciente que reclama Tania Blanco pretende inclinarse hacia un autosostenimiento y autoconocimiento de lo vivo. En sus pinturas se recobra el grito de alarma y el aliento de renovación. Lo vivo hoy día, como explora su trabajo, parece sujeto al ámbito de los estudios biomédicos. Y es así como la vida se nos presenta en una constante amenaza, pero también como una permanente promesa de salvación sita en un laboratorio. Nos rendimos a la narración de la ciencia. Las narrativas épicas ya no poseen como protagonistas a héroes griegos  que luchan contra seres monstruosos, sino que ahora las batallas se lidian entre agentes microbiológicos cuya afrenta siempre conlleva un destino fatal para el ser humano. La ciencia se convierte en la experticia práctica de esta amenaza y de esta promesa. No obstante, las esperanzas y temores yacientes en la tecnología biomédica no parece alejarnos de una inquietud por nuestro futuro.

Pearl Nurse, 2010, Acrílico sobre tela, 180cm de diámetro

La tecnociencia engendrada en las necesidades del hombre y del mercado parece acercarse al cambio y, sin embargo, es un ardid que hace más fuerte el agotamiento de lo vivo. La crítica al abandono de una práctica humanizadora es uno de los puntales de las obras de nuestra artista. De hecho, las figuras humanas que aparecen en la obra de Tania Blanco devienen lugar y herramienta para la figuración de la tecnociencia, los estudios de laboratorios genetistas, la mercantilización de las empresas farmacéuticas, la propiedad de los terrenos tanto telúricos como corporales, así como los miedos e ilusiones individuales y colectivos. Las preocupaciones de Blanco coinciden con las de Donna Haraway o Judy Wajcman, o la obra de Lynn Randolph sobre el Oncoratón®, primer animal patentado por la Universidad de Harvard para estudiar el cáncer de mama. De ahí que “[c]ualquier ser interesante dentro de la tecnociencia –como un libro de texto, una molécula, una ecuación, un ratón, una pipeta, una bomba, un hongo, una persona técnica, agitadora o científica- puede, y a veces debería, ser abiertamente desmenuzado para mostrar los pegajosos hilos económicos, técnicos, políticos, orgánicos, históricos, míticos y textuales con que crean sus tejidos”[1]. Y así lo demuestran sus pinturas en lo que podría ser un grupo de analistas clonados, una técnico de laboratorio, unas células epiteliales ficticias o la mujer que es inoculada por un colibrí producto de la tecnociencia. Con una mente crítica, un espíritu eco y una ciencia en acción, Tania Blanco disecciona el complejo entramado de la ciencia en sus estudios, sus prácticas y sus soluciones advirtiéndonos del desarrollo pernicioso si abandonamos la vida de la vida.


[1] Haraway, Donna J. Testigo-Modesto@.Segundo-Milenio. HombreHembra _Conoce_Oncoraton. Feminismo y tecnociencia. Barcelona, UOC, 2004, p. 88



Cell Maid, 2010,Acrílico sobre tela, 65cm de diámetro